Barnaby Rudge

La violencia de las multitudes fascinaba y angustiaba a Charles Dickens. Barnaby Rudge es el resultado de ese interés y de sus reflexiones sobre la propiedad y los fanatismos religiosos.
La novela se publicó por entregas en 1841 en el semanario Master Humphrey's Clock.
Los personajes son la esencia de Dickens y uno de los destacables en esta novela es el aprendiz de cerrajero, Sim Tappertit, un hombrecillo que estaba convencido de tener una magnífica estatura, de poseer un talento extraordinario y un notable atractivo para las damas y de estar destinado a hacer grandes cosas en la vida.
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Belacqua
827
2013 WORDSWORTH
648
978-1-85326-739-0
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.5
Average: 3.5 (2 votes)
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"Historia de dos ciudades" y "Barnaby Rudge", la quinta novela de Dickens y la menos conocida, son sus únicas obras que no se ambientan en su propia época y que pretenden reflejar acontecimientos históricos. Aunque se le ha reprochado que su confección por entregas le hace perder fuelle (no más que las demás), o se dice que Dickens aún no es el que luego será (yo no lo he notado), en mi opinión se disfruta tanto con ella como con cualquiera otra de sus novelas.

La primera parte se desarrolla en el año 1775 y tiene lugar sobre todo en Chigwell, un pueblo cercano a Londres. Uno de los hilos románticos de la narración es que, a pesar de su animadversión mutua, el honrado pero brusco Geoffrey Haredale, sospechoso heredero de un hermano suyo asesinado veintidós años antes, y el canalla pero educadísimo lord John Chester se ponen de acuerdo para impedir el noviazgo entre la sobrina del primero, Emma, y el hijo del segundo, Edward. Pero conspira más gente todavía contra la relación entre Joe, hijo del posadero del Maypole, John Willet, y Dolly, hija del cerrajero local Gabriel Varden y hermana de leche de Emma Haredale. En medio están Barnaby Rudge, un chico retrasado mental que posee un loro parlanchín, y su madre, una mujer que vive dedicada completamente a su hijo.

La segunda mitad tiene lugar cinco años después, cuando estallan en Londres unas algaradas callejeras anticatólicas encabezadas por lord George Gordon. Ahora los enredos amorosos y el humor tienen menos cabida, pues el autor carga el peso principal del relato en las vívidas descripciones de los disturbios, y su principal interés es subrayar cómo unos malvados astutos en la sombra azuzan a los cabecillas visibles a comportarse violenta y brutalmente.

Como en todo Dickens, la fuerza mayor del relato está, por un lado, en la descripción de ambientes como la posada, la cerrajería o las calles de Londres; y, por otro, en el dibujo de secundarios como el mentalmente lentísimo John Willet, o como la murmuradora intrigante Miggs y su ama, la mujer del cerrajero, entre muchos otros. La narración está bien entretejida y, como uno espera de Dickens, salpicada de consideraciones bromistas, agudas o sensatas. El final no sorprende, pues los misterios se aclaran y todos los personajes buenos acaban con sus vidas encauzadas satisfactoriamente.