Boris I, rey de Andorra

La primera obra parte de un anecdótico y curioso hecho histórico que se desarrolló en el pequeño principado durante nueve días de julio de 1934, cuando un ruso blanco, lituano autoexiliado llamado Boris y autodenominado Barón de Skossyref y Conde de Orange, se presenta ante los habitantes de Andorra para proponerles ser su rey. La situación de retraso social y aislamiento que se vivía en aquellos valles, hace fácil movilizar las esperanzas de desarrollo que, en el deseo de los representantes políticos populares, se va proyectando en ese personaje culto, elegante, probablemente rico e influyente, que dice estar alineado con los intereses monárquicos franceses de la Casa de Guisa. En la segunda obra, un narrador omnisciente, de una manera directa o a través del protagonista, pormenoriza el camino al cadalso del último condenado a muerte, en 1945, en el país pirenaico. (de Ángel García Prieto )

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2007 Destino
220
9788423339549

Título original: Boris I, rei d’Andorra / Set lletanies de mort. Traducción de Ana Arbizu.

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Imagen de Rubito

Respecto a la primera obra, el relato es interesante, entretenido, ilustra y enriquece; como toda narración de base histórica cuenta una historia con unas líneas de frontera entre lo real y lo imaginado que quedan desdibujadas en sus detalles, pero que no restan validez a la lectura, al conocimiento literario. Y Antonio Morell consigue además un relato sencillo, con atractiva tensión y tiempo narrativos, a la vez que presenta personajes con vida de rasgos psicológicos convincentes y buena ambientación. En la segunda hay una enorme carga subjetiva del autor que, además, se sirve de este hecho histórico para dibujar un retablo amargo, crudo y negativo sobre el futuro de los valles de Andorra. Sobre su especulación urbanística, su alienante ambición social y la malversación de los valores tradicionales que llevan a cabo para salir de su ostracismo y pobreza. Y todo proyectado sobre un personaje, que, como chivo expiatorio, ha acometido un crimen no explicado en el relato y que en ningún momento el autor acaba de relacionar con su - eso sí, lírica y dramática – desesperanzada denuncia.
(Ángel García Prieto )