Contra toda esperanza

Armando Valladares permaneció en las cárceles cubanas desde 1960 hasta 1982. Joven empleado con estudios universitarios, dentro de la prisión escogió el camino de la dignidad con lo que se convirtió en un símbolo de la disidencia dentro de las cárceles. Fue liberado en 1982 gracias a la intervención del Presidente francés Mitterrand. Es autor de libros de poemas escritos en la cárcel. La edición va acompañada de un repertorio fotográfico de algunos de los héroes de las cárcelos cubanas, de algunos que fueron asesinados y también de algunos torturadores.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1985 Plaza & Janés
0
1987 InterMundo, S.A.
320
9788486663001

Edición condensada.

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Relato de los veintidós años de Armando Valladares en las cárceles cubanas. Cuando Fidel Castro alcanzó el poder en Cuba, en 1959, la isla tenía un importante nivel cultural y una larga tradición católica. Los cubanos habían luchado por sus libertades desde los tiempos de José Martí. Muchos conocían lo que era el comunismo y no lo deseaban. Por último, aunque Cuba tenía una historia de dictaduras militares, no por eso dejaba de recibir reflejos de la democracia que gobernaba en los Estados Unidos, al otro lado del canal de La Florida. Por eso Castro tuvo que deshacerse de todos aquellos que no querían vivir en un régimen de falta de libertades. Lo hizo a través del exilio de muchos, el fusilamiento de otros y un sistema carcelario masivo que aspiraba a la rehabilitación política de los presos.

Armando Valladares era un joven empleado de la Caja Postal, católico y con estudios universitarios. Se negó a asumir los eslogan comunistas en su lugar de trabajo. Fue encarcelado. Si hubiese aceptado la rehabilitación política pronto hubiera estado fuera de la cárcel y podría haber llevado una vida normal dentro de la falta de libertad, como hicieron otros. Sin embargo escogió el camino de la dignidad dentro de la prisión; se negó a la rehabilitación política, y así pasó de ser un empleado normal, escasamente politizado en la vida civil, a constituir un símbolo de oposición al régimen dentro del sistema carcelario.

No fue el único. Valladares recuerda a los que estuvieron a su lado y a los que fueron asesinados en la prisión. El autor fue liberado y exiliado en 1982 gracias al Presidente francés F.Mitterrand. Después de leer los sufrimientos de los presos políticos cubanos se llega a la conclusión de que, cuando cambie el régimen político no puede haber lugar para revanchas ni ajustes de cuentas, sólo para el olvido y el perdón. Es demasiado grande la deuda de dolor para que pueda ser pagada. No han sido crímenes de éste o de aquél, sino de la humanidad contra sí misma. Como dijo Valladares al ser liberado: No hay en mi corazón ni un solo átomo de odio hacia mis carceleros.