Doña Perfecta

Doña Perfecta  no es sólo la novela de Benito Pérez Galdós (1843-1920) que suscitó más encendidas polémicas, sino también una obra sumamente representativa de su primera etapa creadora. Pepe Rey, joven ingeniero, llega a la ciudad episcopal de Orbajosa con la intención de casarse con Rosarito, prima suya e hija de doña Perfecta, puntal de la sociedad orbajonense. Mezclado con el enredo sentimental, el conflicto entre la mentalidad progresista y europeizante del joven y la actitud inmovilista de una sociedad apegada a creencias y formas de existencia tradicionales es la urdimbre en torno a la cual se teje la novela.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Ediciones Akal
436
9788446010548
2017 Cátedra
408
978-84-376-3739-6
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El momento histórico

Benito Pérez Galdós (1843-1920) publicó Doña Perfecta en 1876. Para entonces ya vivía en Madrid y fue testigo de la huida de Isabel II a París, tras la destitución del general Espartero, la asunción del poder por el Gobierno Provisional de Serrano, Prim y Topete con quienes da comienzo al sexenio revolucionario, periodo efervescente en el que luchan por el poder los liberales de Serrano y Prim y los conservadores de Sagasta. Todo ello aderezado con los prolegómenos de la tercera Guerra Carlista que estallará en 1876. Prim convence a Amadeo de Saboya de que acepte la corona española pero el destino quiere que Prim sea asesinado antes de que Amadeo llegue a Madrid.

Un año durará el reinado de Amadeo. Su abdicación, en 1873, dará lugar a la Primera República. Si agitada fue la vida política durante el sexenio revolucionario, recordamos aquí que en el año que duró la Primera República se sucedieron 5 presidentes (Estanislao Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar y Serrano).

El General Pavía, capitán general de Madrid pone fin a esta situación. Cánovas del Castillo constituye el Ministerio-Regencia hasta la llegada de Alfonso XII, en 1875 y seguirá al frente del gobierno tras la restauración. En 1876 se promulga la nueva Constitución.

Socialmente, el país está dividido en dos clases los nobles, normalmente terratenientes y el pueblo que trabajaba la tierra de los nobles y ricos normalmente absentistas del campo. Las donaciones y propiedades recibidas por la Iglesia a lo largo de los últimos siglos hacían de la Iglesia otro poder. Pobres trabajadores y ricos nobles codiciaban las posesiones eclesiásticas. Evidentemente estas posesiones pasaron a mano de los ricos que tenían suficiente para adquirirlas a precios irrisorios, mientras los pobres que las trabajaban no pudieron sino asistir el cambio de propietario. Así se dieron, durante los periodos de predominancia de los liberales, cinco grandes desamortizaciones contra las propiedades de la Iglesia. Los liberales difundieron un clima anticlerical que permitió las desamortizaciones y la expulsión de órdenes religiosas. Cuando eran los conservadores los que gobernaban, las posesiones que habían sido desamortizadas, pero aún no vendidas se devolvían a la Iglesia.

Benito Pérez Galdós eligió la ideología liberal. Aunque el afirmó que creía en Dios, en sus escritos deja patente su postura anticlerical, reflejada en la caracterización de los personajes del clero que eligió. No solo es una predisposición a presentarlos como carentes de virtudes y propensos al vicio, sino presentando a los caracteres de su esfera como compendio de malas acciones. Frente a estos personajes sitúa a los representantes del credo liberal, normalmente intelectuales y virtuosos, capaces de dejar en ridículo a los que se manifestaban como creyentes.

La novela Doña Perfecta

Esta es la tesis que sustenta Doña Perfecta, la protagonista. Una viuda con fama de buena cristiana que asiste a la misa de mañana, caritativa y amable según el sentir general de Orbejosa (ciudad pequeña, con sede episcopal, situada a menos de 200 kilómetros de Madrid) y terrateniente que ejerce un caciquismo “benévolo” con la ayuda de un canónigo de la catedral, don Inocencio, y el juez, el gobernador…

Doña Perfecta recibe una proposición de matrimonio de su hermano don Juan Rey, abogado respetado y respetable que desde Madrid ha conseguido restablecer el patrimonio y la situación económica de su hermana tras la viudez. Le pide la mano de su sobrina Rosario para don José Rey, a su vez sobrino de doña Perfecta quien no se atreve a negársela en atención a todo lo que, su hermano don Juan, el abogado, ha hecho por ella.

Llega pues don José Rey, ingeniero y apuesto a Orbejosa dispuesto a pedir la mano de su prima Rosario. Su tía, Doña Perfecta, actúa con alevosía contra él. El canónigo, don Inocencio, y todos los demás de su camarilla facilitan la estrategia de doña Perfecta que quiere que el joven desista y regrese a Madrid: le organizan juicios falsos de reclamaciones contra las propiedades que el padre aún conserva en Orbejosa, le critican, lo aíslan…

El joven sufre la presión y habría desistido de no ser porque Rosario se ha confesado dispuesta a ser su esposa. Rosario es una joven dócil y hermosa que realmente se siente atraída por su primo y está decidida a llevar la contraria a su madre, doña Perfecta. Pero la tensión se hace tan fuerte que el joven tiene que abandonar la casa de su tía y trasladarse a la pensión del lugar.

Es entonces cuando aparece en escena el ejército liberal que establece un campamento en Orbejosa. El capitán se hace amigo de don José Rey y le ayuda solicitando de Madrid, la destitución del juez, del gobernador y de todos aquellos representantes del caciquismo en la ciudad.

Perdidos los apoyos que tenía doña Perfecta en su ciudad, teme que don José Rey se lleve a su hija Rosario, así que se atrinchera con criados armados.

Un personaje decisorio en la resolución de la trama es María Remedios, la sobrina de don Inocencio, quien vive en su casa con su hijo Jacinto, recién titulado en abogacía y a quien ya veían casado con Rosario, la hija de la mujer más rica del pueblo, doña Perfecta.

Al temer que su proyecto fracasase, María Remedios pasa a la acción. Pide ayuda a su tío, don Inocencio, para dar un “susto” al joven don José Rey y hacer que se vaya a Madrid. El tío se declara contrario a toda violencia, pide una palangana y se lava las manos. Así pues, María Remedios se hace acompañar por un hombre conocido como Caballuco, el matón del lugar, y se encamina a la casa de doña Perfecta, siguiendo en la oscuridad al joven don José Rey que ha quedado con Rosario en la huerta a medianoche.

Remedios pone en aviso a doña Perfecta de que está en su huerta don José Rey y da orden a Caballuco de que le mate. Y don José es asesinado.

Las últimas páginas son cartas que escribe don Cayetano Polentinos, un cuñado soltero de doña Perfecta que vive en su misma casa entretenido en elaborar una suma de todos los hijos de Orbejosa famosos en la historia por sus virtudes y buen hacer, orgullo del pueblo. Este intelectual, recluido en su biblioteca, ignora la desgracia del joven don José Rey, quien siempre le cayó bien.

Parece que termina por enterarse de lo ocurrido y da cuenta de ello a un amigo en Madrid quien le consigue libros. Al parecer, doña Perfecta declaró que el joven don José Rey, su sobrino, contrariado por la negativa de Rosario a casarse con él se pegó un tiro en la huerta de su propiedad. Esto supuso que el obispo dictaminase que no podía ser enterrado en el cementerio razón por la que se le enterró en un descampado. Al entierro acudieron don Cayetano, y otro más quien le ayudó, así como unas jóvenes, las Troyas, a quienes el joven había socorrido y un caballero de no muy buena fama, con quien había pasado algunas tardes.

Rosario, que había suplicado a su madre el permiso para la boda con su primo, tras ver la tragedia que cercenó su ansiado matrimonio, se volvió loca y tuvo que ingresar en un psiquiátrico de Barcelona.