Allan Karlsson, un abuelo sueco que va a cumplir cien años, se descuelga por la ventana de la residencia de ancianos en la que vive y se larga de allí. Por el camino encuentra una maleta con quinientos millones de coronas que pertenece a unos delincuentes. Gracias a esta fortuna Allan hará amigos dispuestos a seguirle a donde vaya. También le siguen los delincuentes para recuperar su dinero, pero por estos imponderables de la vida van muriendo uno tras otro. El inspector de policía Aronsson persigue a Karlsson y a su grupo a los que considera peligrosos asesinos. Mientras tanto el grupo se ha enriquecido con la compañía de la Bella Dama, el perro Buster y una elefanta llamada Sonja. Aronsson localiza a los fugitivos pero se queda embobado por las historias de Allan. El anciano, antiguo especialista en explosivos, ha participado en todos los acontecimientos históricos del último medio siglo. Ha conocido a Churchill, Truman, Stalin y Mao Tse Tung. Finalmente todos –el policía Aronsson incluido- deciden trasladarse a Indonesia para buscar un novio a la elefanta y tomar cócteles a la orilla del mar.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2012 | Salamandra |
412 |
978-84-9838-416-1 |
Comentarios
Suscribo las reseñas de enc y JOL, matizaría algo más. El libro es una gran gamberrada, y nada más… En apariencia, el relato desenfadado, superficial e insustancial no tiene nada que aportar, sin fondo alguno. ¿Es esto así? ¿La obra no da para más?
Una vez leído y realizando una mirada global sobre el conjunto, tratando de ver el relato en perspectiva, pudiera considerarse que bajo el manto desmitificador e irónico de todas las realidades que la vida pueda ofrecer, la tesis de autor es que a la postre lo único que importa es coger una borrachera de aguardiente, y tumbarse en una hamaca en una playa de Bali: la vida es un sinsentido.
De este modo no es de extrañar que el autor trate a sus personajes (los grandes de este mundo: 100 años dan para mucho) con desenfado y frivolidad, colocando al protagonista, Allan, por encima del bien y del mal, con una actitud de sorna desmitificadora… A la postre, lo que queda es que en esta vida, lo que importa, consiste en pasarla cómodamente y sin pretensiones de ningún tipo.
La obra, como tal, no vale gran cosa; para lo único que sirve es para distraer el tiempo…, en una hamaca junto a la playa.
El éxito comercial no siempre va unido a la calidad. Es el caso de esta narración de moda este verano. Ingeniosa y entretenida pero con poco contenido. Al final uno tiene la sensación de haber perdido el tiempo y haberse dejado llevar por peripecias increíbles. Pero es lo que hay.
Sólo la imaginación no basta para escribir una buena novela, pero no cabe la menor duda de que Jonas Jonasson no carece de fantasía. El autor, buscando probablemente escribir una novela humorística, incurre en el absurdo y la desmesura. El resultado es un cuento que no es para niños, por su extensión y temática, ni para adultos dada la ingenuidad con la que está escrito. Lo más atractivo de la novela es cómo introduce a su protagonista en multitud de acontecimientos históricos, como la fabricación de la bomba atómica o la guerra de Corea. Tiene rasgos infantiles, como la presencia de la elefanta, y algunos golpes de humor. Dado que el narrador va mezclando las aventuras del anciano Karlsson con las del joven Allan –que son el mismo personaje- es difícil hacer una lectura lineal del relato. Tampoco es muy importante. Digamos a su favor que el autor no tiene pretensiones literarias y que su prosa es sencilla y fácil de leer.