El corazón en braille

Víctor vive con los sentimientos a flor de piel. Artesano de las palabras, es un apasionado del rock. Le gusta, además, hincharse de gominolas con su mejor amigo y le divierte esconder el papel higiénico del baño de las chicas. El colegio siempre ha sido para él como hacer puenting pero sin cuerda. Hasta que un día, Marie-José, que padece una enfermedad degenerativa, irrumpe en su vida. Ella es un auténtico cerebrito; él, algo vago y mal estudiante. Ella quiere disimular su enfermedad hasta conseguir su sueño: entrar en una de las mejores escuelas de música; él necesita poner orden en su vida. Cuando se encuentran, un universo totalmente nuevo se abre ante ellos.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2017 Anaya
288
978-84-698-3494

Traducción de José Luis Aja

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Novela juvenil de formación, ambientada en un pueblo francés, cerca de París, en la época actual. El protagonista es Víctor, un adolescente de trece años, de apariencia descuidada, olvidadizo y con problemas en los estudios. Vive solo con su padre, un vendedor de antigüedades por catálogo, que lleva la mercancía a sus clientes en un antiguo Panhard, un automóvil clásico francés, de cuya mecánica conoce todos los detalles. De ascendencia polaca, en la novela se cuenta la historia de su abuelo paterno, que durante la guerra se refugió en Francia y empezó a trabajar como chatarrero; a su local le puso el nombre de “Canadá”, así llamaban los prisioneros al lugar donde conseguían ocultar las pertenencias que podían recuperar de los espolios nazis. Frente al descuido actual de Víctor, el abuelo siempre había ido “hecho un pincel” para poder integrarse en la  sociedad francesa.

La novela está narrada en primera persona central por el propio protagonista y abarca un curso académico de educación secundaria, en el que Víctor cumple trece años y comienza a ver la vida con una perspectiva más adulta. Su mejor amigo es Haissam, el “honorable” egipcio, hijo del conserje del colegio, de ascendencia turca. Su compañero es especialista en matemáticas y experto en ajedrez, afición que comparte con su padre, con el que juega diariamente rememorando las partidas más famosas de todos los tiempos: una forma de aprender estrategias para la vida. Así los ve el protagonista durante las partidas: “Una sensación de paz y complicidad los envolvía silenciosamente bajo aquella nube azucarada” (p. 17). La relación de cariño y confianza entre padres e hijos queda patente a lo largo de toda la obra.

Para Víctor, como todos los años, el curso comienza con malas calificaciones, hasta que entabla amistad con Marie-José, una joven pelirroja, impecable y perfecta, de familia acomodada, que saca las mejores notas de la clase y además toca maravillosamente el violonchelo. Ambos comparten clases, estudios, ejercicios preparando un momento crítico en la vida de Marie, que está perdiendo progresivamente la visión en los dos ojos. Su único consuelo es la música y su pasión por tocar el violonchelo: “Era como si las notas se quebraran y parecían pájaros que cayeran del tendido eléctrico” (p. 109).

La obra es la primera novela de Pascal Ruter, con la que ha conseguido un gran éxito editorial y ha sido llevada al cine en 2016. En ella consigue transmitir los sentimientos y las emociones de los adolescentes mediante un lenguaje, a veces, ingenuo y divertido y, otras veces, poético y formal. El protagonista, generoso y sensible, gracias a sus amigos, se inicia poco a poco en la formación estética a través de la música clásica, de las jugadas maestras del ajedrez y de la literatura, con obras como “Los tres mosqueteros” y “Don Quijote”, así como eleva su nivel cultural por medio de palabras cultas que busca de forma asidua en el diccionario: “Me di cuenta de que los personajes que vivían en los libros… éramos todos nosotros. Al comprender sus vidas y sus sentimientos empezaba a comprender mejor mi propia vida y mis propios sentimientos” (p. 178).