El pintor del sombrero de malvas

Auvers-sur-Oise, verano de 1890. Un adolescente parisino pasa una temporada en ese lugar con una tía suya. Allí conocerá a un pintor recién llegado que le cambiará la vida. Pronto se hacen inseparables. Junto a él, luchará contra los prejuicios y convencionalismos locales, descubrirá el amor y se enfrentará a la muerte por primera vez.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2010 Edelvives
192
978-84-263-7528

Premio Lazarillo 2009. Ganador del L Premio CCEI de narración 2011.

Ilustrada con reproducciones de dibujos de Van Gogh.

Valoración CDL
2
Valoración Socios
0
Sin votos
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4
Género: 

Comentarios

Imagen de Pipa

Muy bien editado, con un lenguaje correcto, que contiene descripciones y diálogos. La historia pierde fuerza por el segundo protagonista, el adolescente. El autor ha querido presentar los dos últimos meses del genial artista, en boca del chico, que pasaba ese verano en casa de su tía, lejos del cariño de su madre, que debido a sus problemas lo manda desde París al pueblo.
En la realidad, conocemos la sufrida vida de este artista genial, que vivió con muchos desequilibrios afectivos. Era un hombre sensible, creativo, artista ante todo e incomprendido en muchos momentos. Creció en un medio puritano (su padre era pastor de su iglesia protestante) en el que su hermano Theo sería el único que, generosamente, le ayudó durante toda su vida.
Al chico le cambia la vida el conocer al pintor, le da motivación para no aburrirse y hacer algo cada día. Ambos se echan una mano "a su manera", obviamente de modo insuficiente.
Lástima la abundancia innecesaria, desde mi punto de vista, de continuos detalles sensuales entre el chico y la que cree él podría ser su novia, Adeline, que le despierta su pasión (besos, carantoñas, miradas furtivas y algo impúdicas...); y el regodeo en mostrar al cura del pueblo con falta de categoría y de psicología, avaro, puritano, fariseo, mezquino (p. 45-46, 153, 184…). Es por lo que no sé bien a quién lo aconsejaría.
El final, absolutamente nefasto del desgraciado van Gogh (se suicidó a causa de la infinita tristeza) es un terrible encuentro del joven con la muerte, por otra parte de la que no se hace ningún comentario esperanzador y trascendente...