El robo del siglo

Novela infantil de misterio, en la que se destaca la atención a la diversidad y la importancia de potenciar las capacidades individuales de los alumnos diferentes. La obra está narrada en primera persona por la protagonista Rebeca, de doce años: una niña hiperactiva a la que le encanta bailar y estar continuamente en movimiento. Ella misma cuenta que no puede estar quieta en clase, sentada todo el rato: “Me rasco, doy golpecitos en la mesa con los dedos, juego con el bolígrafo hasta que se me cae” (p. 10). Su mejor amigo, y coprotagonista de la obra, es Antón: un niño muy inteligente y aplicado en clase, pero un poco agorafóbico, con problemas de asma, por lo que siempre lleva una riñonera con medicamentos. Sin embargo, a pesar de sus diferencias, Rebeca y Antón son grandes amigos: “Antón y yo somos muy distintos, pero es mi mejor amigo del colegio”.

Durante la visita cultural al Museo de Arte y Curiosidades, que hace el grupo de clase con su profesora Susana, de pronto saltan las alarmas y todo se complica. En el Museo, se exponen grandes y valiosas obras, especialmente el Gran Diamante del Tesoro del Sultán de Malabar, que de repente desaparece durante la visita de los alumnos. Los dos protagonistas tendrán que poner a trabajar todas sus cualidades para intentar desentrañar este complicado misterio.

La obra está publicada en la colección El Barco de Vapor dentro de la serie “Lectura fácil”. Se trata de libros que se han adaptado desde el punto de vista gráfico y estilístico a los lectores con dificultades, con el fin de estimular su capacidad lectora y comprensiva. Además los temas que se presentan en las obras también pueden estar relacionados con las dificultades de aprendizaje por diferentes motivos (físicos o psicológicos). En esta ocasión, los protagonistas tienen capacidades diferentes como ya se ha comentado; sin embargo, aunque esto a priori pudiera parecer un problema, en la obra se convierte en una ayuda para resolver conflictos y situaciones difíciles de la vida cotidiana.

Por último, hay que destacar las ilustraciones en blanco y negro de Anna Aparicio Català. Realistas y muy divertidas, presentan con acierto tanto a los personajes como las escenas principales de la trama, y de esta forma ayudan a los jóvenes lectores a comprender e interpretar mejor la novela.