El sueño del celta

La aventura que narra esta novela empieza en el Congo en 1903 y termina en una cárcel de Londres, una mañana de 1916. Aquí se cuenta la peripecia vital de un hombre de leyenda: el irlandés Roger Casement. Héroe y villano, traidor y libertario, moral e inmoral, su figura múltiple se apaga y renace tras su muerte. Casement fue uno de los primeros europeos en denunciar los horrores del colonialismo con argumentos. De sus viajes al Congo Belga y a la Amazonía peruana, quedaron dos informes memorables que conmocionaron a la sociedad de su tiempo.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2010 Alfaguara
464
9788420406824
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Es una novela histórica basada en la vida de un irlandés, Roger Casement, que trabaja como contable para una compañía naviera inglesa. Los buques de dicha compañía realizan el transporte del caucho obtenido por compañías belgas en el antiguo Congo Belga.

La época histórica en la que Roger Casement vive es el comienzo del siglo XX. En el reparto que los países europeos se hicieron de África, a Bélgica le correspondió El Congo donde el propio rey, Leopoldo II, poseía una explotación de la selva ecuatorial.

Roger Casement reprenta el idealismo de los europeos que sinceramente pensaban que el contacto de los europeos y norteamericanos con las tribus nativas de estas zonas supondría un acercamiento a la civilización y a la religión pues, a ojos de los europeos, eran antropófagos, cometían infanticidio con los niños malformados y vivían sometidos a supersticiones y embrujamientos.

Lo que realmente sucedió a estas tribus fue terrible. Junto a unos cuantos idealistas, los nativos sufrieron los rigores de la avaricia del mundo occidental. Las empresas caucheras sometieron a los nativos a un control que les exigía que se internaran en la selva para recolectar el caucho bajo amenaza de secuestro, violación y asesinato de las familias. No podían dedicarse a sus actividades de recolección de alimentos y caza porque debían atender a las demandas de las empresas caucheras. Los castigos por incumplimiento eran terribles con mutilaciones de miembros, azotes, etc.

Roger Casement fue conociendo la realidad cruel de las empresas caucheras y mientras realizaba su trabajo para la naviera inglesa recopiló toda clase de testimonios e información que le permitió denunciar la situación de esclavitud en la que vivían estas tribus.

El informe fue presentado en el Parlamento Inglés y aunque no cambió radicalmente la situación en El Congo, supuso el comienzo de la toma de conciencia en el llamado primer mundo que hasta ese momento ignoraba lo que allí se hacía.

Para Roger Casement este informe supuso el lanzamiento a la popularidad y el reconocimiento de la corona inglesa con un nombramiento de Sir y un trabajo dentro del cuerpo diplomático inglés. Fue enviado a la selva amazónica donde empresas inglesas explotaban a las tribus amerindias para la obtención del caucho. Lo que allí encontró iba mucho más allá de lo que había visto en África en cuento a torturas corporales y asesinatos de los que se atrevían a rebelarse.

Roger Casement elaboró otro informe detallado que a la larga supuso la intervención del gobierno de Perú, de quien dependía el territorio en el que la empresa inglesa actuaba. También supuso para Roger un trabajo agotador que perjudicó gravemente su salud física y mental.

De todos los trabajos de investigación y denuncia de la avaricia del mundo occidental sobre los territorios de sus colonias, Roger Casement concluyó que las colonias sólo mejorarían sus condiciones de vida si consiguieran su independencia, cuanto antes mejor.

Como Roger Casement era irlandés de origen y durante el primer cuarto del siglo XX Irlanda seguía siendo una colonia inglesa, el celta se dio cuenta del sufrimiento de su pueblo, de la explotación a la que se había visto sometido desde la invasión de los anglo-normandos al mando de Enrique II de Inglaterra, iniciándose un dominio que perduró durante siete siglos y que estuvo plagado de rebeliones y de duras represiones.

Un fuerte control que se hizo más riguroso tras la ruptura de Enrique VIII con Roma. La negativa de los irlandeses a sustituir su ferviente catolicismo por la nueva Iglesia Anglicana endureció aún más la situación en el protectorado inglés. Los dos siglos siguientes fueron muy duros: en 1650, tras una represión sangrienta, el dictador británico Cromwell entregó el Ulster a los colonos ingleses; entre 1695 y 1725 las Leyes Penales privaron a los católicos irlandeses de los últimos derechos que les quedaban. Finalmente, en 1800 Irlanda se unió a Inglaterra y se disolvió su Parlamento.

Una serie de malas cosechas de la patata y la obligación de exportar sus productos agrícolas y ganaderos a Inglaterra dejó a los irlandeses sin recursos alimenticios, dando lugar a la Gran Hambruna que azotó la isla de 1845 a 1851. Este hecho dio comienzo a la emigración irlandesa a EEUU.

En 1912 el Parlamento de Londres votó la ley para la autonomía administrativa de la isla, pero el inicio de la I Guerra Mundial retrasó su aplicación, lo que suscitó el descontento de los movimientos independentistas («Sinn Fein») que, en 1916, proclamaron la independencia.

El ejército inglés reprimió el levantamiento, pero en 1919 el «Sinn Fein» ganó las elecciones y promovió la lucha armada hasta el Tratado de Londres de 1921, con el que Irlanda obtuvo la independencia como miembro de la Commonwealth.

La novela se abre con un Roger Casement a punto de ser condenado a muerte por alta traición. El prisionero, sumido en la soledad de su celda, rememora y da a conocer al lector su trabajo de investigación en el Congo Belga y posteriormente en la selva amazónica y el desempeño de su trabajo para la diplomacia inglesa, así como su acercamiento a la situación de Irlanda, su país de origen, aún colonia inglesa.

A medida que fue profundizando en la historia de su patria su pensamiento se radicalizó hasta el extremo que justo antes de empezar la primera guerra mundial intuye que Alemania, enemiga de Inglaterra podría ser aliada de una Irlanda que busca su independencia. Viaja a Alemania y solicita su ayuda al káiser Guillermo lo que le valdrá la condena a muerte.

¿Y cómo podría Inglaterra condenar esta actitud, la conducta de un hombre que busca la defensa de las tribus de la selva e incluso la defensa de su propio pueblo? Desprestigiándolo: lo tienen fácil. Roger Casement era homosexual. Y describía en un diario personal sus encuentros con numerosos hombres en todos los lugares por los que pasó. Roger Casement afirmó que muchos de esos encuentros fueron sólo imaginados. Pero la descripción que hace de ellos se podría catalogar de pornográfica. Y Mario Vargas Llosa la copia literalmente.