Estambul

El recientísimo Premio Nobel de Literatura 2006 nos deleita en esta obra con una maravillosa mezcla de sus memorias y recuerdos con el retrato palpitante de una de las ciudades más fascinantes del mundo. El hilo conductor de la obra oscila constantemente del plano histórico al autobiográfico para desvelarnos las sinuosidades de una ciudad a caballo entre Europa y Asia ilustrándola con semblanzas y fotografías de artistas, escritores, mostrando callejuelas, monumentos y hermosos edificios en ruinas. Pamuk habla de su inmensa familia, de las tormentosas relaciones entre sus padres, de su sentimiento de inferioridad en relación con su único hermano mayor, de su ignorancia y rechazo hacia todo lo relacionado con la religión, de su iniciación al sexo y su primer amor, de su progresiva afición por la pintura y la literatura. Además de estas referencias personales, el libro tiene un claro protagonista: Estambul, una ciudad viva donde palpita una realidad cambiante y un misterio en cada esquina. Una visión deslumbrante, íntima y personal de una ciudad en ruinas que arrastra un pasado glorioso e intenta hacerse un hueco en la modernidad. No quiere mostrar, como otros autores los restos de una esplendorosa civilización sino que más bien profundiza en una nostalgia absoluta, en una amargura que ha penetrado hasta los tuétanos. Como declara el mismo autor "mi objetivo ha consistido en ubicarme a mí mismo en la ciudad, y descubrir en qué medida su historia, gentes, cronistas, edificios, calles y puentes me han ido modelando"
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Mondadori
432
9788439720294

Título original:.: Ínstanbul. Hatiralar se sehir. Traducción: Rafael Carpintero.

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"Estambul. Ciudad y recuerdos" es una biografía de infancia y juventud de su autor, Orhan Pamuk, intercalada de historias y sensaciones de su ciudad. La tesis del autor es que Estambul encarna la amargura. En 1922, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, desapareció el sultanato, la Sublime Puerta, y con él el Imperio Otomano. La República de Turquía, privada de todas sus posesiones en Oriente Próximo y los Balcanes, quedó reducida a la península de Anatolia con una pequeña porción en Europa, al otro lado del canal del Bósforo. La destrucción de los grandes imperios deja heridas difíciles de curar. Estambul, a los ojos del autor, es pobre y vieja. Es difícil dotar de unidad a una ciudad en la que conviven las ruinas de Bizancio, las construcciones de la época otomana -que progresivamente van desapareciendo arrasadas por el fuego- y los edificios nuevos construídos al estilo occidental; una ciudad con importantes minorías griegas, armenias y judias -que el nuevo Estado trata de eliminar- y que ha pasado en un siglo de tener un millón a diez millones de habitantes. La infancia de Pamuk está marcada por las desavenencias familiares, la pérdida progresiva del patrimonio familiar derivada de una mala administración y una educación occidentalizada, francesa y norteamericana, en un contexto oriental. La nueva República es laica y la familia Pamuk no practica el islamismo, el niño sólo ve rezar a la criada. Como ya se ha señalado el libro sigue dos líneas argumentales: la ciudad y el autor. Las estampas de Estambul son repetitivas hasta el hastío y la amargura, como palabra clave, figura constantemente. En el aspecto autobiográfico Pamuk no es distinto a cualquier niño o adolescente que siente un vacío y un cierto desequilibrio interior; la amargura está más en el autor que en su entorno. Prescindiendo de estas dos líneas argumentales se plantean al lector dos cuestiones. La primera es la caida de los grandes imperios, que dejan un vacío interior y exterior, psicológico y político. La segunda reside en que si Turquía ha realizado un esfuerzo de occidentalización desde el siglo XVIII, involucrándose incluso en las grandes cuestiones europeas, Europa debería hacer algo por Turquía. Es más ¿nó debería la Unión Europea hacer algo por conservar las ruinas históricas de aquella ciudad, Constantinopla (hoy Estambul), que un día fue capital de Europa al serlo del Imperio Romano? La prosa, sin ser ardua, que no lo es, es repetitiva y se ve que los capítulos referentes a Estambul han sido escritos por separado. Ello hace que el libro pierda algo de unidad y que se resistan al lector sus más de cuatrocientas páginas.