Flores para Algernon

Charlie Gordon, un chico con discapacidad mental, cuenta en su diario, con palabras similares a las de un niño que empieza a escribir, las dificultades con las que se encuentra en el día a día. De pronto, unos científicos ven la posibilidad de operarle para lograr que sea un persona como las demás. También lo hicieron con Algernon, un ratoncillo de laboratorio, y la cosa funcionó. Pero, tiempo después, el ratoncillo empieza a experimentar cambios de conducta, hasta caer en un claro retroceso y morir. Charlie, que lo observa cada día, sabe lo que eso significa.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 SM
208
9788467511468

Existe una edición más breve, 96 páginas, que recoge lo esencial. SM. Barco de vapor, 2008

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Flores para Algernon parece ser la mejor de las novelas de ciencia-ficción con este tema del incremento artificial de la inteligencia. Planteada y conducida con habilidad, la historia se cuenta mediante los informes de progresos que Charlie mismo escribe o dicta a petición de quienes le tratan. De los primeros, poco hilados y con faltas de ortografía y redacción, a los centrales, brillantes y perfectos, y a los finales, cada vez con más errores. Todo el relato es una llamada de atención sobre la insuficiencia del coeficiente intelectual para medir a las personas. Según aumenta su capacidad intelectual, el mundo interior de Charlie evoluciona: «Me irrito ante el pensamiento de que la gente se ha reído siempre de mí y se han burlado de mí. Cuando me haya vuelto tan inteligente como el profesor Nemur, con un C.I. que será más del doble del C.I. de 70 que es el mío, quizá entonces la gente me quiera y sean amigos míos». Pero, contrariamente a lo que pensaba, Charlie verá que su desarrollo intelectual subraya las ineptitudes de los otros y, por tanto, ahonda las diferencias con quienes conocía y quería. Y cuando reflexiona sobre qué es el C.I., señala que «no he querido decir nada pero no acabo de ver, si ellos (los médicos) no saben “qué” es ni “dónde” está, cómo pueden saber “cuánto” tiene uno». La edición breve del relato se ciñe más a lo esencial y no acentúa tanto como la versión larga los comportamientos más agresivos o los episodios de despertar sexual de Charlie, aunque tampoco en esta segunda se describen con excesivos pormenores. Tal vez lo más interesante de Flores para Algernon es su modo de subrayar la consideración que merecen todos los seres humanos. Cuando Charlie pasa por estadios de suspicacia y de cólera, la novela grita con la misma fuerza con que a él le gustaría gritar: «¡Soy un ser humano, una persona, con padres y recuerdos y una historia, y lo era antes de que vosotros me metierais en esa sala de operaciones!»