La cometa dorada

En una pequeña ciudad de Hungría, un profesor de bachillerato, viudo y padre de una adolescente, trata de mostrar una mente abierta en su profesión y de ser un padre comprensivo. Pero sus intenciones se estrellan contra la rebeldía juvenil, dentro y fuera de casa, lo que le conduce a la soledad, la amargura y la desesperación. La intensa singularidad de cada personaje y la elegancia del estilo son los elementos más logrados de esta excelente novela, muy trabajada en todos sus aspectos, estéticos y de contenido.
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2005 Ediciones B
333
2022 Xordica
372
978-84-16461-51-6

Traducción del húngaro de Marta Komlosi

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Con dureza, como si lo hiciera sin clemencia ninguna, Dezsö Kosztolányi reconstruye los años en que era estudiante y cuenta el final de curso de un profesor y los alumnos que se enfrentan a la temida reválida.
El protagonista es un profesor viudo de cuarenta y tantos años con una hija jovencita. La vida de este profesor entra en crisis porque su hija se le aleja y alguno de sus alumnos se manifiesta cruelmente desagradecido. ¡Ay, la vida, qué injusta es tantas veces! La novela combina múltiples perspectivas porque las personas y los acontecimientos se perciben unas veces desde un personaje y otras veces desde otro. Lo que se presenta noblemente en unas ocasiones, resulta ridículo visto con otros ojos. La perspicaz mirada del autor describe un mundo egoísta, difícil y frío.

Imagen de cdl

La cometa dorada se publicó en 1925, y está ambientada en una pequeña ciudad húngara de provincias en los primeros años del siglo XX. Esto es, en la época de infancia de Kosztolányi, hasta el punto de recoger, como señala Adan Kovacsics en el prólogo, diversos elementos autobiográficos.

Es la historia de Antal Novák, un honesto y escrupuloso profesor de instituto, viudo y todavía enamorado de una esposa que tal vez no lo quería, y padre de una hija de sensualidad precoz, maliciosa y manipuladora –fruto de un cierto desequilibrio mental–, que terminará siendo causa de todos sus males.

Son asimismo estas páginas una obra coral donde el coro lo forman los alumnos de Novák, sus padres, y el claustro de profesores. Ambos ámbitos le sirven a Kosztolányi para centrar el que a nuestro juicio es el objeto central de su novela: la imagen que el maestro protagonista tiene de sí mismo y de su papel y función en la sociedad. Novák se siente parte integrante de un pequeño mundo de respeto académico, cortés trato social y razonable estabilidad en medio de las amarguras de la vida, a través del cual va formando generaciones y generaciones de bachilleres, en quienes desea dejar inscrita su mejor huella pedagógica.

Ese mundo –no importa que lo anticipemos– se va a desmoronar: el cómo y el porqué queda para quienes, siguiendo un consejo que no dudamos en sugerir, se adentren en la lectura. Tenemos así el elemento dramático esencial: la humillación del hombre bueno por la pérdida de su imagen pública. Tal elemento burgués (el honor, la soberanía del "qué dirán") contiene el punto de censura social que Kosztolányi reiterará al año siguiente en Anna la Dulce. Pero es más que eso, es un retrato humano de cómo el excesivo aprecio de sí mismo resulta una trampa engañosa. Quizá con una altivez más moderada la tragedia de Novák habría sido reversible.

Junto a todo ello, La cometa dorada constituye una preciosa y colorista evocación de una apacible ciudad media, en la añoranza de la vida de las aulas en tiempos de pantalón corto, examen de Estado y aprecio comunitario por la pasión docente. Un punto de nostalgia porque es curioso cómo un lector español contemporáneo puede reconocer sus años colegiales en los miedos, los tipos humanos y los enredos de una escuela magiar de hace un siglo. ¿Cómo es posible que –algunos– filósofos hayan discutido que existe una naturaleza humana que no cambia jamás? (www.elsemanaldigital.com)