La noche quedó atrás

Las memorias de Richard Julius Herman Krebs, escritas bajo el pseudónimo de Jan Valtin, son la apasionante crónica de una época. Con tan solo 36 años, Jan Valtin desnuda en estas páginas una vida llena de idealmismo, peligro y desengaño, una vida marcada por un gran amor. Revolucionario y espía, Valtin formó parte del Partido Comunista, hasta que fue detenido por la Gestapo y se convirtió en agente doble. Temido y perseguido tanto por Hitler como por Stalin, el testimonio de Valtin proporciona un retrato impresionante de los dos bandos que determinaron el destino del siglo XX

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2008 Seix Barral
782
978-84-322-3168
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La noche quedó atrás, de Jan Valtin, seudónimo de Richard Krebs (1904-1951), fue un «bestseller» en Estados Unidos cuando se publicó, el año 1941.
Después de contar brevemente su infancia, en Alemania y en distintos lugares, pues su padre era marino, el autor narra sus peripecias desde que se afilió al Partido Comunista siendo muy joven. Durante los años veinte y principios de los treinta viajó por muchos países organizando revueltas sindicales; ya entrados los treinta, siendo ya un agitador muy conocido, fue capturado y torturado por la Gestapo; pocos años más tarde logró convencerles de su conversión al nazismo y abandonó la prisión convertido en agente doble; enfrentado luego a sus propios jefes comunistas, huyó y como consecuencia su mujer fue encarcelada por la Gestapo y falleció. El relato termina justo antes de que Valtin emigre a los Estados Unidos: uno de sus hijos cuenta esa parte de su historia en un corto apéndice.
El relato está escrito de modo directo, con energía e intensidad. El hilo narrativo es claro y los episodios se cuentan sin sentimentalismo. El autor deja ver cómo, para él y para muchos, el bolchevismo era una fe que merecía cualquier sacrificio de vidas y sentimientos humanos. Indica que tuvo atisbos de que su lucha estaba desencaminada pero lo cierto es que su distanciamiento y huida finales sólo se debieron al comportamiento desleal con él de algunos jefes inmediatos. Aunque cabe suponer que no todo es tal como se cuenta, pues no faltan los comentarios autoexculpatorios, los elogios que hicieron a este libro tantas personas se debieron a que mostraba bien el funcionamiento de la maquinaria del comunismo internacional: tanto las intrigas y rivalidades continuas en su interior, como el modo implacable de agitar a las masas para poder luego rentabilizar políticamente los desórdenes. De un modo bien diferente al de otros testimonos, es una confirmación más, casi con el poder de una novela de acción, acerca de que el comunismo es «devoto de la trinidad: odio, sospecha, envidia».