La vida heroica de Marie Curie

El título completo del libro es "La vida heroica de María Curie, descubridora del radio, contada por su hija".

La polaca Marya Sklodowska se trasladó a París para estudiar Ciencias Físicas, ya que en su país y a finales del siglo XIX las mujeres no podían acceder a los estudios superiores. En Francia contrajo matrimonio con el investigador francés Pedro Curie.

El matrimonio recibió el Premio Nobel de Física, en 1903, por sus trabajos sobre los elementos radiactivos y especialmente por haber aislado el radio. Ya viuda, en 1911 María recibe el Premio Nobel de Química.

El libro, escrito por su hija Eva, pormenoriza la vida de la ilustre investigadora desde su nacimiento en Polonia hasta su muerte.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1986 Espasa Calpe
302
9788423904518

30ª edición

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La editorial Espasa Calpe, en su colección Austral, realizó treinta ediciones de esta obra; la primera en 1937 y la última en 1986. Lo primero que habría que señalar es que antes los jóvenes se formaban con la lectura de las vidas de los grandes hombres y mujeres; ello fomentaba el idealismo juvenil y contribuía a buscar metas altas en la vida. Hoy se lee a J.K.Rowling y a Dan Brown, y los grandes hombres son David Beckam y los innominados creadores de videojuegos.

Pedro Curie y su esposa María, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, dedicaron sus vidas al estudio de la radiactividad y de los elementos radiactivos. Especialmente aislaron el radio, elemento desconocido hasta entonces, que demostraría tener importantes aplicaciones médicas. Sus vidas constituyeron un sacerdocio dedicado a la ciencia y la investigación. Pedro murió en 1906, en un accidente de tráfico; María le sobrevivió hasta 1934, año en el que falleció a causa de la exposición continuada a las fuentes radiactivas.

El carácter de María fue de una gran timidez unida a una enorme obstinación. Influyó en ello su dedicación a la ciencia, que consideraba el objetivo de su vida, pero también el exceso de sufrimientos. Su madre murió joven, tuberculosa; su padre, profesor de física, fue relegado por las autoridades rusas que ocupaban Polonia y la familia pasó abundantes dificultades económicas. A pesarde ello, María pudo desplazarse a París para cursar estudios superiores. Su temprana viudez, cuando tenía treinta y nueve años, la marcaría para siempre. Pedro Curie la dejó dos hijas y la responsabilidad de continuar con los estudios científicos iniciados por ambos. Nunca tuvo ni deseó el dinero, pero alcanzó fama en todo el mundo. Fue la primera mujer profesora de la Sorbona y miembro de la Academia de Medicina de Francia. También fue la única persona en recibir dos veces el Premio Nobel, compartido el de Física con Becquerel y Pedro Curie y en solitario el de Química.

Toda medalla tiene su reverso y el sacerdocio de la ciencia también. Pedro Curie profesaba la religión de la razón. María, aunque católica por su origen, no bautiza a sus hijas y declara que cuando sean mayores, si desean profesar alguna religión ella no pondrá ningún impedimento. Uno se pregunta cómo podría poner algún impedimento cuando sus hijas fueran mayores y respetar al mismo tiempo su libertad de conciencia. Eva era muy pequeña cuando falleció su padre, pero cuenta como, en ocasiones, los desahogos anticlericales de Irene le recordaban al padre. Es el paso de la increencia personal al anticlericalismo público; algo que hemos visto una y otra vez en estos tiempos, sin respeto para con la conciencia de los creyentes. Cuando María presenta su candidatura a la Academia Francesa de las Ciencias ésta se manipula como una candidatura laica en oposición a otra católica.

Frecuentemente se acusa a la religión de provocar divisiones e incluso guerras, pero, como explica Chesterton, las religiones humanísticas y laicas han sido más dogmáticas e intransigentes que el cristianismo. Baste recordar los sistemas comunistas que tienen sus raíces filosóficas precisamente en el siglo XIX. Y ese laicismo, no necesariamente en su forma marxista, llega hasta nuestros días.

La autora señala las deficiencias que una educación racionalista dejó en su carácter. Las emociones y los sentimientos no debían aflorar nunca, algo que en la actualidad desaconseja la pedagogía. Sin ocultar el enorme amor que tuvo siempre a su madre, señala como la falta de dirección le produjo una cierta inseguridad personal. El libro está muy bien escrito y es atractivo, aunque probablemente inencontrable salvo de segunda mano. En su primera parte están muy bien descritos los sufrimientos de Polonia bajo la ocupación zarista y alemana y los esfuerzos de los polacos por salvar su cultura.