Los muchachos del zinc

Entre 1979 y 1989 un millón de tropas soviéticas combatieron en una guerra devastadora en Afganistán que provocó más de 50.000 bajas y acabó con la juventud y la humanidad de varias decenas de miles de soldados más. Los muertos soviéticos volvían a casa en ataúdes de zinc sellados mientras el estado no reconocía ni la mera existencia del conflicto.

Los muchachos de zinc generó una inmensa polémica y mucha indignación cuando fue publicada originalmente en la URSS: las críticas acusaron a su autora de haber escrito un «texto fantasioso lleno de injurias» y de ser parte de «un coro histérico de ataques malignos». En el libro, Svetlana Alexiévich presenta el testimonio cándido y emocionante de los oficiales y los soldados rasos, de las enfermeras y las prostitutas, las madres, los hijos y las hijas que describen la guerra y sus duraderos efectos. El resultado es una historia turbadora por su brutalidad y reveladora en su parecido a la experiencia estadounidense en Vietnam y más tarde en Irak y el mismo Afganistán.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2017 Debolsilllo
336
978-84-663-3967
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.666668
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Género: 

Comentarios

Imagen de fcrosas

Todos lo que he leído de esta autora me parece extraordinario. Es un difícil género: Literatura-testimonio. Parte de entrevistas y compone después un cuadro siempre estremecedor. Recomendabilísimo para los que nos quejamos de todo.

Imagen de José Ignacio Peláez Albendea

La autora, Premio Nobel de Literatura (2015), periodista y escritora bielorrusa (1948), escribe en este libro un relato sobre la guerra de Afganistán (1979-1989) en que se implicó la Unión Soviética. Reúne un conjunto de entrevistas a personas que participaron en el cruel conflicto: soldados voluntarios y de reemplazo, otros militares de diversas graduaciones, enfermeras, médicos, padres y madres de estos profesionales que perdieron a sus hijos en la guerra… El género de la escritura es el de literatura documental, una construcción artística de los testimonios que, en su selección y orden forman un conjunto muy elocuente y significativo de lo que sucedió allí.

La autora empatiza con los que entrevista y manifiesta compasión con sus dolor y sabe preguntar y seleccionar lo mejor de cada uno.

El texto se lee con interés y no resulta tedioso, a pesar de que pueden ser cerca de cien los testimonios, que la autora sabe entrelazar y dosificar, para expresar con toda su expresión la brutalidad de una guerra como esta.

Aparece con claridad el engaño de las autoridades soviéticas a las personas que enviaba a la guerra, la falta de libertad de expresión y de información: iban engañados; la bajeza moral de muchos que vendían su alma por unas baratijas; pero también el amor a su patria, y de las madres a sus hijos, la compasión, la misericordia, y en algunos casos, el recurso a la oración y a Dios.

La autora sufrió varios pleitos por este libro, acusada por algunos de los entrevistados –detrás de los cuales se ve el impulso de autoridades militares soviéticas- porque el libro hizo caer en la cuenta de que esa guerra de Afganistán fue absurda, y los militares soviéticos que aparecían como héroes en la propaganda soviética, eran seres humanos de carne y hueso, con muchos defectos, defectos que se agrandan en las situaciones-límite como las guerras.

No es sólo un libro antibelicista o pacifista, es un libro que sabe hacer literatura, en este caso alta literatura, de la crisis interior del corazón humano cuando se enfrenta a la brutalidad, a la mentira, a la inhumanidad y al dolor; de estas crisis, unos salen rotos para siempre, otros aumentan o consolidan su cinismo y otros crecen como personas y aprenden de sus errores, aprenden a perdonar y a perdonarse, y en el camino, también encuentran a Dios.