Mejor no contarlo

La jueza Isabel Robledo se sabe vigilada por ETA después de haber condenado a varios borrokas, por una acción con cócteles molotov que ha causado dos muertos. Solo uno de ellos, justamente el instigador de la acción, ha logrado huir a Francia y allí trata de escalar puestos en la banda organizando crueles atentados en España. En su momento -año 2001- cruzará otra vez la frontera hacia el sur para atentar contra la jueza que había condenado a penas de cárcel a los compañeros de su pandilla.

El título Mejor no contarlo hace referencia a la sensación de miedo y aislamiento que experimentaban los amenazados por ETA, que preferían no notificarlo a su entorno para no verse socialmente aislados por aquellos que les rodeaban y que, de saberlo, se dispersarían para que la violencia no les afectase también a ellos; mejor no contarlo a los hijos para que no vivieran con miedo; mejor no contarlo a los padres residentes fuera del País Vasco para no preocuparlos.

La situación de desvalimiento de los jueces en Euzkadi se mantuvo hasta el año 2001, cuando, asesinado el magistrado García Lidón, el Ministerio del Interior y el Gobierno Vasco arbitraron un plan de protección a los jueces que se mantuvo hasta 2011. Una novela basada en hechos reales, y un epílogo que lo confirma de don Luís Ibarra Robles, que fue Presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco en aquellos años.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2022 Larrad Ediciones
285
978-84-122413-9-6

Jueces en la diana de ETA.

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Esta novela, basada en hechos reales, quiere reflejar el miedo y la soledad que se apoderó de la judicatura en el País Vasco desde los años 90 hasta comienzos del siglo XXI, cuando ETA y la izquierda abertzale declararon a los jueces "enemigos del pueblo vasco" (pág.53) y "brazo ejecutor del colonialismo español" (pág.275). "Eran muchos -escribe la autora- los que sentían que había posibilidades reales de que los mataran" (pág.85).

La protagonista plantea varias cuestiones; así cuando le toca juzgar a los jóvenes que han causado dos muertos con sus cócteles molotov observa que están bromeando y riendo en la Sala y se pregunta "qué es lo que podía haber provocado que aquellos jóvenes sintieran en su interior que lo que ellos habían hecho estaba justificado" (pág.125). La respuesta es sencilla, la ética es un mensaje cultural que se aprende y se desaprende, en este caso los jóvenes estaban aplicando el principio de "el fin justifica los medios"; sembrar el terror podía ser útil para obtener la independencia de Euzkadi lo cual se consideraba deseable. Culturalmente, gran parte de aquella sociedad pensaba igual como consecuencia de una propaganda repetida y los borrokas no eran más que el brazo ejecutor inconsciente de una sociedad que -pensaban - les debía agradecimiento.

La segunda cuestión que aborda la autora es la soledad de los amenazados por ETA. En una guerra cada bando se siente unido; los guardias, policías y ertzainas sabían a lo que se arriesgaban al incorporarse a sus respectivos cuerpos y sus familias habían tenido que asumirlo, pero los jueces no habían opositado para el miedo y se veían obligados a vivirlo en silencio para evitar un daño mayor para ellos y a sus familias. Es el mismo caso de los empresarios extorsionados por la banda terrorista.

En esta obra se deja entrever la colaboración con el mal de aquellos que callan, que se limitan a ponerse a salvo ellos y sus familias. Como dijo alguien: "Para que el mal triunfe basta con que los buenos no hagan nada", y como escribió respecto del nazismo el dramaturgo alemán Bertolt Brecht: "Cuando vinieron a por los judíos yo no dije nada por que no soy judío". El que fue Presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco escribe en el epílogo: "Sin ese factor social de desapego hacia las víctimas, la formación política Herri Batasuna [brazo político de ETA] nunca hubiera obtenido el porcentaje de votos que llegó a alcanzar" (pág.274-275); y la autora añade: "Les habían impresionado en televisión imágenes de guerras que ocurrían a miles de kilómetros de distancia, pero no reaccionaban ante el terrorismo etarra. Se habían acostumbrado" (pág.212).

Consecuencia de lo anterior fue "que no sonaran las alarmas en defensa de la democracia cuando, en junio de 1998, ETA propuso a los partidos nacionalistas un acuerdo para 'romper completamente' con PSOE y PP a los que calificaba como 'enemigos de Heuskal Herria'; que el 12 de septiembre de 1998 los partidos nacionalistas suscribieran con HB y los partidos de la izquierda abertzale el Pacto de Lizarra y en mayo de 1999 se alcanzara en el Parlamento vasco un acuerdo de legislatura entre los grupos parlamentarios de PNV. EA y HB (pág.275). Todo ello nos conduce a una última cuestión que es, si puede considerarse democrática una sociedad que no protege la vida de sus propios ciudadanos y la respuesta es que la vida es el primero de los derechos humanos y protegerla la primera obligación de una sociedad que pretenda ser democrática.

La autora es periodista, por lo que la novela es más informativa que literaria.