Memorias de una depresión

El músico y folclorista Joaquín Díaz manifiesta haber caído en las redes de la depresión en dos ocasiones. La primera a causa el fallecimiento de la cantante Eva Sobredo, que nosotros conocimos como Cecilia: "Dentro de mí se rompió el alma entera" (pág.37). La segunda con motivo del fallecimiento de sus padres con pocos meses de diferencia: "De nuevo una pérdida irreparable y otra vez mi negativa a trasladarla a la vida real. Muros más anchos y aislamiento mayor" (pág.47).

"Si de la primera depresión salí con la lectura, en la segunda ocasión me ayudó mucho el escribir" (pág.20). Para este librito utiliza -veinte años más tarde- algunas páginas escritas en aquella ocasión; "Un desahogo... por si a alguien le pudiera servir de alivio o entretenimiento" (pág.10).

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2017 La Huerta Grande Editorial
109
84.946597.5.1

Subtítulo: La cárcel blanca.

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Espigo algunas citas del libro:

La experiencia: "Dos veces a lo largo de mi vida la melancolía ha hecho presa en mi cerebro. No me estoy refiriendo a esa inasania pasajera que nos mueve a preguntarnos acerca de nuestro origen y nuestro destino, sino a una enfermedad auténtica que atenaza cualquier reacción y nos deja inermes". "Del primer caso salí por mis propios medios, con la ayuda de la lectura y la paciencia de mis amigos y familia; la segunda vez tuve que recurrir a los fármacos" (pág.19). "Durante mi primera depresión la muerte llegó a convertirse en una monomanía; deseaba vivamente que cualquier enfermedad me llevase, tan pobre andaba de recursos vitales" (pag.77).

La enfermedad: "Tuve que sufrir impotente cómo casi todo mi mundo interior se deshacía en pedazos. Soporté la impaciencia y la incomprensión de muchos y, finalmente, como escindida mi mente en dos mitades, viví una existencia vagarosa y errática por un lado, mientras que por otro sufría prisión dentro de las cuatro paredes imaginarias de donde paradójicamente no quería salir y entre cuyos estrechos márgenes todo me resultaba indiferente" (pág.20). "Los amigos se acercan. Oigo sus voces más allá de los muros y escucho débilmente sus palabras de aliento" (pág.23). "Por la mañana, casi al alba, me sientan en este sillón de mimbre [y] veo los últimos restos del sol que se va cuando mi hermano llega para subirme al lecho" (págs.25 y 26).

"Definitivamente vivo del pasado. El presente me aburre y el porvenir no me interesa" (pág.43). "Paso las horas con cierta sensación de angustia y con nauseas. Al vestirme he reparado en que descuido mi atuendo" (pág.65). "Las relaciones sociales me aceleran los pulsos del corazón. Me inquietan, me trastornan" (pag.75). "Mis pies y mis manos hinchados parecen de otra persona. Alguien dentro de mí acciona y anda llevándome de una parte a otra" (pág.75).

La curación: La medicación me ha ido sacando poco a poco de esta acedia opresora. Lentamente vuelvo a encontrar sentido a las cosas" (pág.98). "Digo adios aliviado a estas cuatro paredes blancas que velaron mi espíritu y encerraron mi cuerpo durante tanto tiempo" (pág.99). "Ignoro si el futuro me traerá tiempos semejantes, [pero] disponer de una mano amiga capaz de soportar los momentos buenos y los malos es -y lo digo por experiencia- el principio del largo camino que lleva a la curación" (pág.98).

Conclusión: Joaquín Díaz es un artista y, por lo tanto, un hombre sensible. Parece no tener fe en Dios y considera que conceptuar la vida como un valle de lágrimas puede llevar a la depresión: "Esta visión hostil de la vida puede ser una de las causas de esas naturalezas melancólicas. Si la vida es una privación constante de felicidad no es absurdo pensar que de esa privación se deriven periodos depresivos" (pág.103). Sin embargo, un espíritu jovial como pocos, el papa san Juan XXIII, escribía -creo que el la Historia del alma: "Solo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no solo en el otro mundo sino también en éste".

Algunas de las lecturas que hace el autor (Camús, Herman Hesse, Schopenhauer) acentúan este sentimiento de muerte y vacío interior: "En ellos -escribe- había ese sentido de la nada que yo padecía en toda su magnitud" (pág.39). Este sentimiento no es en realidad más que la pregunta angustiada sobre el sentido de la vida a la que se enfrentan el hombre o la mujer que sufren. Joaquín Díaz, a pesar de su excelente trayectoria profesional y personal, parece no tener respuesta para ella.

El librito está excelentemente escrito, pero su núcleo, su columna vertebral, son los sentimientos del autor durante la enfermedad. Va precedido de una presentación de Andrés Amorós.