México

«Cuando uno ha estado en un país que probablemente no verá nunca más -escribe Emilio Cecchi-, y no ha estado como un baúl, sino teniendo abiertos los ojos y el intelecto, es natural que este país le vuelva a la memoria. Y yo siempre he notado que los recuerdos de esta especie tienen algo de inocente remordimiento. Mientras defendemos su novedad del roce del vivir cotidiano, no podemos por menos que preguntarnos si estamos completamente seguros de haber sido leales a los testimonios que nos ofrecieron la naturaleza, la vida y los monumentos, y de no haber desfigurado, para mal o para bien, lo poco que nos parecía haber visto. Un viajero sensible repite en la mente sus peregrinaciones, un poco como un asesino de una clase especial, que de puntillas regresa al lugar de su involuntario y placentero crimen.» A principios de los años treinta, Cecchi decidió recorrer California, Nuevo México y México; el resultado de ese viaje son estas páginas, atravesadas por la feroz virulencia de la luz mexicana, que se publicaron en 1932 por primera vez.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2007 Minúscula
210
9788495587329

Prólogo de Italo Calvino

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La literatura de viajes ha proporcionado auténticas obras maestras, aunque por la propia naturaleza del género tales narraciones se hayan visto siempre limitadas en ediciones y en ventas. La editorial Minúscula es, afortunadamente, una de las casas españolas que más esmero pone en dicha parcela, y eso se nota en las cuidadas ediciones que saca al mercado: por ejemplo, Las ciudades blancas de Joseph Roth o El viaje a Arzrum durante la campaña de 1829 de Alexander Pushkin.

En el caso que nos ocupa, tenemos a Emilio Cecchi (Florencia, 1884-Roma, 1966) y sus impresiones de turista alrededor de la frontera entre México y los Estados Unidos, allá por los lejanos años treinta. A diferencia de otros casos, Cecchi no era un novelista traspasado de género, sino crítico literario e historiador, amén de profesor universitario. De hecho, su viaje hacia el sur comienza en la universidad de Berkeley (California), donde se encontraba como profesor visitante en el curso académico 1930-31. Como nos cuenta Italo Calvino en la introducción, Cecchi mantuvo siempre una relación agridulce con el continente americano. Su mirada, formada en una Italia más alejada de los Estados Unidos anglosajones y protestantes que del México latino y católico, nunca terminó de dejarse llevar por lo presenciado, visto y vivido.

Y de hecho, tampoco pasa nada. Su forma de plasmar lo percibido tiene sus ventajas. Su resistencia lleva a Cecchi a una profunda reflexión formalizada en interpretaciones agudas a lo largo de todo el libro, desde su paso por la propia Ciudad de México hasta una oscura historia acerca de escorpiones.

En suma, obra interesante en general, pero particularmente para quien desee disfrutar con la mejor literatura de viajes.