Mi querida bicicleta

"Y allí me dejó solo, entre el cielo y la tierra, con la conciencia tranquila de que no podía estar dándole vueltas al jardín eternamente, de que en uno u otro momento tendría que apearme, es más, con la convicción absoluta de que en el momento en que lo intentara me iría al suelo".

Miguel Delibes, MI QUERIDA BICICLETA.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1988 Miñón
64
9788435508384

Obra que se publica de forma independiente después de que viera la luz como uno de los capítulos de Mi vida al aire libre.

Ilustraciones de Luis de Horna

 

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Comentarios

Imagen de Tusitala

Además de a la caza, Miguel Delibes fue un gran aficionado al ciclismo. La bicicleta estuvo estrechamente vinculada a su vida desde que con siete años aprendiera a montar. Son precisamente los momentos más señeros de esta relación los que se reflejan en este relato. Momentos muchos de ellos hilarantes. El día en que su padre le enseñó a montar conforme a su particular ideario de educación francesa, la constante necesidad de evitar ser cazado por los municipales porque, fiel al mismo ideario, su padre consideraba arbitraria la tasa de matriculación de la bici, los días de escalada al repecho de Boecillo con sus amigos, los largos trayectos durante los períodos veraniegos para poder encontrarse con su novia, los paseos en bicicleta con la que ya se había convertido en su mujer… Y de esta pasión por el deporte de las dos ruedas hizo también herederos a sus hijos, hasta el punto de que, según se nos cuenta a lo largo de la narración, uno de ellos, aun siendo un sencillo aficionado, logró ganar una carrera donde competía junto a ciclistas federados. Un relato entrañable, que rezuma humor y ternura con ese toque de nostalgia tan propio de su autor. Puro Delibes.