Ninguna parte

Ninguna parte es una narración autobiográfica, un mosaico de textos sobre el amor entre padres e hijos, el valor de la amistad o la dulzura de la infancia. Un libro valiente, que disecciona también, sin complacencia, otros sentimientos, como la conciencia de la soledad, las pequeñas penas cotidianas o la ausencia de raíces.

Yasmina Reza conjuga la evocación de los pasajes de la infancia con la confesión de su olvido. Con la elegancia que la caracteriza, Reza sondea el enigma de su identidad y dialoga en secreto con sus lectores para recorrer con ellos el laberinto del recuerdo.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Seix Barral
84
9788432243165
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.333332
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Género: 

Comentarios

Imagen de Artemi

Hace poco más de dos horas eran las cuatro de la tarde. Un sábado, las cuatro... Una modorrilla sutil iba apoderándose de mi cuerpo, y yo, conocedor de los efectos que podría acarrear el no estar preparado si sucedía lo que temía, me preparé para el evento, es decir, me acomodé en el sillón con orejeras (fundamental para que el cuello no sufra), con luz tenue, la mínima para leer. Con todo mi cuerpo abarcando el espacio del sillón, con el ángulo preciso para que, cuando ya inconsciente, mi cabeza se posara sobre el orejero derecho, me puse a leer.
El libro era lo de menos, como podéis imaginar. De hecho, no busqué el que me estaba leyendo; cogí el primero que me encontré de camino al altar de Morfeo. Ninguna Parte, de Yasmina Reza. Es un libro de cincuenta paginitas, más o menos. En la cuarta página me incorporé más de lo debido teniendo en cuenta mis penosos objetivos, acercándome a los odiados 90º por Chillida. En la página 10 estaba totalmente incorporado. Al acabar el libro volví al principio y lo leí por segunda vez. Después me fijé en el prólogo, de Eduardo Mendoza, que señalaba precisamenete que al acabar el libro, si se volvía a leer la primera parte se descubrían nuevas perspectivas.
En fin, que no dormí la siesta. Ahora que escribo esto para el blog me doy cuenta de dos cosas; Arte y Ninguna Parte, los libros que me he leído de Yasmina, me han desasosegado de alguna manera; su brutal sinceridad sobre los asuntos más serios desconsuela, y aunque sinceridad no equivale a correspondencia con la realidad, lo cierto es que afina en la descripción de las contradicciones de los sentimientos humanos, al menos eso pienso. Si en Arte el tema era la amistad y lo que pone en duda es la veracidad de la misma, su desinteés y aspecto de donación radical, en Ninguna Parte es el sentimiento de desarraigo del hombre contemporáneo, lo ridículo de la nostalgia o la melancolía (¿o más bien el dolor de no poseer un pasado?), la difícil felicidad del hombre que ni encuentra amparo en su pasado ni esperanza en el futuro, y sólo le queda el presente, que en un punto, se es ido. Esa es la lectura que yo he hecho. Probablemente no sea la más fiel a la intención de la autora.
Lo segundo de lo que me he dado cuenta es de que la próxima vez tendré que optar; o siesta o Reza.

Imagen de acabrero

Es un conjunto de relatos muy breves. Como fotografías. Ella misma lo dice en uno de los primeros, refiriéndose a uno de sus hijos: no te hice fotos cuando eras pequeño, pero escribí tus escenas. Todos los relatos se refieren a el contacto con algunas personas y tienen el indudable valor de expresar un sentimiento en muy pocas palabras. Por lo demás, no me han sonado especialmente bien, pero creo que en un género como este es esencial leer en el idioma original, y lo que haga el traductor es ya otra cosa distinta.