Por favor cuida de mamá

Novela de la coreana Kyung-Sook Shin, best-seller en su país. Una campesina analfabeta, casada con un borracho y madre de cuatro hijos, desaparece misteriosamente en Seúl. Todos los miembros de la familia la buscan; mientras rememoran el pasado y evocan recuerdos agridulces de la vida familiar. El final es bello y sorprendente.</p>

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2011 Grijalbo
236
978-84-253-4625-5
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.6
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Imagen de quicom

El valor de una madre
Me ha gustado bastante.
Libro precioso por la forma y sobre todo por el fondo. El recuerdo de la vida de una madre coreana,llena de sacrificio en las cosas de cada día que sólo se reconoce cuando esa madre no está. La novela rebosa detalles de sensibilidad oriental. El final, es como una piedra preciosa que remata la lectura con una referencia profunda y llena de amor a la Madre con mayuscula. Sólo tiene la dificultad de que a veces cuesta situarse en quién es el que narra sus recuerdos, todos como con voz en off, también por los  giros coreanos. En ese sentido la traducción no es buena, no  parece especialmente cuidada gramaticalmente hablando: una lastima porque hace perder calidad a lo que es una novela preciosa.

 

Imagen de Azafrán

El argumento de esta obra consiste en una exploración de los sentimientos que provoca en los miembros de una familia coreana el terrible suceso de la pérdida de la madre ya anciana, Park So-nyo, y quien, al parecer, sufría alguna enfermedad neurológica. La enfermedad le causaba fuerte dolores de cabeza y ausencias de memoria por lo que no podía reconocer el lugar en el que se encontraba y mucho menos desplazarse intencionadamente.
Park So-nyo y su esposo, ya ancianos, viajan a casa de uno de sus cuatro hijos, a Seúl. El motivo, la celebración del cumpleaños del abuelo. El hecho es que en el metro de Seúl, el hombre deja atrás a su esposa y cuando se percata de la ausencia de la anciana ya el metro había arrancado.
Los hijos intentan encontrar a su madre, elaboran una hoja con su foto y datos y ofrecen una recompensa. Acuden siempre que alguien les facilita alguna información. Pero lo cierto es que los meses van pasando y la anciana no aparece.
Hasta aquí el argumento. Lo interesante es la exploración de los sentimientos que provoca esta desaparición en los miembros de la familia. La búsqueda de la madre dará lugar a la exposición de la relación íntima que cada uno de los hijos ha tenido con su madre, la sucesión de sacrificios que la madre se impuso durante toda su vida para sacar a sus hijos adelante, para darles estudios, para ayudarles siempre en la medida de sus posibilidades. Por todos se sacrificó pero de una manera distinta: a cada uno le atendió de una manera especial y diferente. Y la sincera gratitud que Park So-nyo experimentaba y manifestaba constantemente ante situaciones insignificantes en las que sabía descubrir el cariño de los suyos.
Igualmente asistimos a los sentimientos que el esposo de Park Son-yo, la madre desaparecida, experimenta; vemos como tras la pérdida reconoce la entrega de su esposa y se arrepiente de su infidelidad y de sus faltas de correspondencia ante tanta generosidad.
La forma narrativa elegida por la autora resulta sorprendente. El libro tiene cinco partes. En cada una de ellas habla un narrador omnisciente que se dirige a un "tú" que no es siempre el mismo.
En la primera parte –hasta la página 65-, asistimos a la rememoración de distintos diálogos entre la madre, Park Son-yo y su hija tercera Chi-hon, quien además es el alter ego de la autora de esta novela.
Chi-hon, a través del relato de sus recuerdos, presenta al lector la vida de una mujer con fuerza interior, olvidada de sí mismo, sufriente y silente cuya vida parecía girar alrededor del único interés de dar a sus hijos una formación intelectual, a pesar de que ella ni siquiera sabía leer.
La serie de recuerdos adopta la forma dialogada entre madre e hija y, a modo de hilazón, emplea la forma narrativa en segunda persona del singular:
"Hasta el pasado otoño, creíste que conocías bien a tu mamá: sabías lo que le gustaba, lo que tenías que hacer para apaciguarla cuando se enfadaba, lo que quería oír. (…)Fuiste a verla sin avisar y descubriste que te habías convertido en una invitada. Mamá se avergonzaba del desorden (…)" págs. 26-27
"El funeral de tu tía fue en primavera. Tú no asististe. Ni siquiera habrías ido a verla, aunque estuvo casi un año enferma." Pág. 29
"Cuando tu tío vivía, iba a ver a mamá todos los miércoles (…) No tenía un motivo concreto para la visita; llegaba en su bicicleta, veía a mamá y se iba." Pág. 31
Un narrador omnisciente que conoce escenas íntimas mucho más allá que la propia Chi-hon y que parece ayudarle a comprender la realidad de la madre desaparecida: "¡Mamá tiene un hermano! (…) Hasta que la viste correr de ese modo hacia tu tío, no caíste en la cuenta de que era un ser humano que sentía exactamente lo mismo que tú por tus hermanos, y ese descubrimiento te llevó a tomar conciencia de que ella también había tenido infancia. Desde entonces, a veces pensabas en mamá como niña, como adolescente, como recién casada, como madre que acababa de darte a luz." (pág. 32)
La sucesión de recuerdos de Chi-hon suponen el redescubrimiento de la mujer que existió oculta detrás de la palabra "mamá": no sabía leer, padecía terribles dolores de cabeza, no le gustaba cocinar, sentía rencor hacía su madre porque no la había enviado a la escuela, amaba a sus hermanos, le gustaban los vestidos bonitos aunque nunca los usara…
En la segunda parte –hasta la página 116-, y utilizando la misma técnica narrativa, el lector conoce la relación que existe entre el hermano mayor, Hyong-chol, la tercera hija de la familia, Chi-hon, y la madre:
"El pasado otoño, su hermana Chi-hon lo llamó para decirle que mamá se estaba comportando de una forma extraña, pero él no hizo nada. Pensó que era cosa de la edad; era natural que tuviera achaques y enfermedades. Su hermana le dijo con tristeza que al parecer mamá cuando tenía jaqueca llegaba a desmayarse, pero él llamó a casa y mamá respondió con calidez…" Pág. 75
"De niño, Hyong-chol decidió ser fiscal para conseguir que mamá volviera a casa. Se había dio porque padre la había decepcionado. Un día de primavera, cuando los campos florecían alrededor del pueblo, padre había llevado a casa a una mujer de piel clara que desprendía un olor fragante, como polvos para la cara. En cuanto la mujer cruzó la verja, mamá se marchó por la puerta de atrás (…) Pág. 87
Le dijo que tenía que comer independientemente de quién preparara la comida; si él comía, ella estaría menos tiste. Tristeza. Era la primera vez que oía decir a mamá la palabra triste. No entendía que mamá fuera a estar menos triste porque él comiera. Mamá se había ido de casa por esa mujer, a él le parecía que se pondría triste si comía la comida que preparaba la mujer, pero ella le dijo que era al revés (…)
-¡Voy a ser una persona importante- prometió Hyong-chol.
-¿Qué vas a ser?
-¡Fiscal!
A mamá se le iluminaron los ojos.
-¿Por qué voy a irme de esa casa mientras tú estés en ella? Por qué no pensé en eso? Tú está en ella. Sube –dijo-. Vamos a casa.
Así fue como aquel día, al final de la tarde, mamá volvió a casa. Sacó a esa mujer a empujones de la cocina y cocinó ella.
(…) Él pensó que tenía que ser fiscal para retener a mamá en casa." Pág 92
En esta parte, se nos pone al día de la lucha del hermano mayor en Seúl y de cómo consigue establecerse. También se nos explica como ayuda a sus hermanos para que puedan estudiar en la capital mientras comparte con ellos una única habitación alquilada.
Como el relato se refiere al hermano de Chi-hon, parece que está contado en tercera persona pero en realidad el narrador sigue dirigiéndose a Chi-hon mientras le desvela la parte de la historia que desconoce.
En las dos primeras partes -, la voz del narrador es difícil de identificar. Se trata de alguien muy próximo a la familia –es un narrador prácticamente omnisciente- y se dirige a Chi-hon, la mayor de las dos hijas y la tercera en la familia.
"Puesto que te ganas la vida escribiendo, Hyong-chol te encarga la redacción del volante. Te sonrojas, como si te hubiera pillado en falta. No estás segura de que tus palabras puedan ayudar a encontrar a mamá". Pág 11
El primogénito es Hyon-chol que estudió para fiscal aunque no alcanzó esta meta. El segundo hijo es Tie-sop que posee un restaurante y a quien su mujer abandonó dejándole dos niñas. La cuarta hija de Park So-nyo estudió farmacia pero, de momento, se ocupa de sus tres hijos.
En la parte tercera el narrador omnisciente se podría identificar con el personaje llamado Lee Eun-gyu, un amigo muy próximo a Park So-nyo, la anciana protagonista del relato.
El narrador se dirige al marido de Park So-nyo y le reprocha su indiferencia ante el sacrificio cotidiano de la esposa.
En la parte cuarta el narrador omnisciente se identifica con la protagonista, con Par So-nyo quien se dirige, hasta la página 188, a su hija la farmacéutica y desde la 189 hasta la 199 a Lee Eun-gyu. Conocemos ahora cómo se conocieron y llegaron a mantener una relación de amistad muy próxima y que sirvió de ayuda a ambos. Para Park Son-nyo, este hombre fue su apoyo en momentos muy difíciles: acudió a él tras el nacimiento de su cuarto hijo que nació muerto y él lo enterró. Y recibió las confidencias de la anciana en los momentos más difíciles como el suicidio del hermano pequeño de su marido, de cuya muerte los vecinos la creyeron culpable:
"Siento haber ido a verte cada vez que me sentía inquieta y ni siquiera haber dejado que cogieras la mano… Al principio fue porque me resultaba embarazoso, luego porque me parecía que no debía, y finalmente porque era vieja. Eres mi pecado y mi felicidad. Quería parecer digna a tus ojos." Pág. 197
Desde la página 199 hasta la 209 el autor omnisciente parece dirigir el relato mostrando aspectos de la relación de Park So-nyo con Yun la hija menor a quien su madre le pide un abrigo de visón para superar la depresión en la que se encontraba, a la cuñada quién tras la desaparición lamenta su comportamiento egoísta y duro con Park So-nyo y, de nuevo, a su marido.
Park So-nyio aprendió a escribir su primera palabra para acompañar a su hija menor, Yun, el primer día de escuela. Fue ella quien escribió su nombre en la tarjeta. Cuando Yun también abandonó la casa para ir a la universidad, su madre se esforzó para aprender a leer:
"Me sentía sola porque no podía decirte que estaba aprendiendo a leer. Decir algo así hubiera herido mi orgullo. Cuando por fin aprendí, quise hacer una cosa más aparte de leer con mis ojos un libro de mi hija: escribir una carta de despedida a todos los miembros de mi familia, antes de llegar a esto." Pág. 201
Quizás el relato esté construido a partir de esas cartas.
Al final de esta parte el lector se encuentra con tres páginas en las que Park So-nyo relata su infancia, sin dirigirse a nadie, como mera exposición de sus recuerdos. Park So-nyo manifiesta su deseo de no ser enterrada en el panteón de la familia de su esposo. Ella desea regresar a la aldea abandonada donde creció, en las montañas. "Sólo quiero irme a casa. Iré a descansar allí". pág. 209
En la parte quinta, la voz narradora se identifica con Chi-hon, la hija escritora, quien lee una carta de su hermana menor, la farmacéutica, contándole algunas anécdotas de la vida con su madre. "¿Por qué pensamos que mamá fue mamá desde el principio? Mamá no tuvo la oportunidad de perseguir sus sueños… ¿Por qué nunca me paré a pensar en los sueños de mamá?... Qué injusto es que sacrificara todo por nosotros y que ninguno la entendiéramos." pág 221
Desde Roma llama a su padre y este le confiesa que se siente culpable del miedo que su mujer sentía: "Tu padre dice… que cuando se despierta en medio de la noche y no estoy a su lado, sale a buscarme, y me encuentra escondida en el cobertizo o detrás del pozo, agitando las manos delante de mí y diciendo: -No me hagas eso." Pág. 225
Concluye la novela con la visita de Chi-hon al Vaticano y la oración que le inspira la Piedad de Miguel Ángel. Es ante la Madre que acoge en su regazo el cuerpo muerto del Hijo, cuando la frase repetida durante el relato adquiere sentido pleno: "Por favor, cuida de mamá".
Las hijas se plantean si su madre ha sido feliz. Si ha merecido la pena tanto sacrificio. Si la sonrisa con la que acompañaba al amor era auténtica. En el fondo del relato late la dicotomía que padece la mujer del siglo XX y XXI: ¿Cómo se realiza la mujer, en el hogar o en el trabajo? ¿Qué hace más feliz al corazón de la mujer, la entrega a los suyos con abnegación o la persecución de sueños legítimos y personales? ¿Qué hace más feliz al corazón de una mujer, el amor carnal o la amistad en la confidencia?
Una novela deliciosa.

Imagen de Ran

La novela es un canto a la familia y sus valores fundamentales; centrada en la figura de la madre, nos hace vivir la entrega, abnegación y el amor hacia los suyos, sin protestar, sin pedir nada a cambio, con generosidad y alegría.
Siempre dispuesta a servir sin llamar la atención hasta el punto que es precisamente cuando falta, el marido y los hijos caen en la cuenta de la grandeza de la vida de servicio de la esposa y madre.
Novela positiva y, en cierto sentido festiva, revaloriza con sencillez la institución de la familia; en ella se verán reflejadas muchas personas que con heroísmo silencioso se afanan por dar vida a una familia unida por el espíritu de servicio y el amor mutuo.
Escrita sin profusión de recursos literarios, el estilo sobrio y escueto realza más un contenido valioso, sin pretensiones de adoctrinar, sino sencillamente presentando un modelo que se hace universal mostrando la vida abnegada de la madre, que podría serlo en cualquier latitud de la tierra.
Resulta llamativo que este relato, en contraposición con los actuales modelos fragmentarios de la familia, haya tenido tanta aceptación en su país de origen, Corea, y ahora trascienda las fronteras, difundiéndose en occidente, donde se echan en falta testimonios con éste, para hacer reaccionar a toda una sociedad que se desenvuelve bajo la concepción de una vida egoísta y materialista.