Relato de un desconocido

Stepan, un joven aristócrata minado por la tisis, decide dar sentido a sus últimos años de vida sirviendo a sus ideales subversivos. Con este objetivo, se infiltra como lacayo en casa de Orlov, un funcionario del régimen zarista, hijo del jefe de policía. Orlov es un hombre inteligente y cultivado, pero sin ningún tipo de moral. Su vida consiste en cumplir con un trabajo burocrático y absurdo, y jugar a cartas con sus amigos, tan superficiales e inútiles como él. Y de noche, tramar encuentros furtivos con la bella Zinaída, esposa de otro funcionario, una joven que sueña con vivir una gran historia de amor…

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2021 Pequeños placeres
192
9788412227987
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3
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3.5
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Imagen de acabrero

Un relato magistral del célebre escritor ruso sobre la zafiedad de una vida sin sentido. Los protagonistas son, ante todo, dos hombres que, de una forma y de otra, son incapaces de amar, de adentrarse en los problemas de los demás. La vacía nobleza rusa que se aprecia en otras obras de esta época de autores rusos, ese modo de vivir que solo es ganar dinero y vivir bien. La verdad es que uno va leyendo y piensa “así es en gran medida la sociedad occidental”, que no piensa en la familia, ni en hacer algo grande para otros. Solo se dedica a una rutina de vida sosa, egoísta. El lector no deja de observar el vacío existencial de los protagonistas, sobre todo de los dos hombres pero también de la mujer que centra el relato. Hace pensar en nuestra sociedad.

Imagen de Ran

Chejov, con excelente intuición y buena prosa, presenta en este relato un aspecto de la sociedad, alta sociedad rusa, del momento. Nos relata un adulterio y sus consecuencias, poniendo de relieve la superficialidad materialista, hedonista de su personajes.

Muestra un “modus vivendi”, una mentalidad egoísta, que solo piensa en su bienestar que, como bien manifiesta el amante, está negada para el amor y la entrega, despreocupándose de los demás, buscando satisfacer la seguridad personal, la tranquilidad superficial, y los apetitos más bajos, sin más horizonte que el propio goce, en una vida sin perspectiva alguna, anclada en una rutina amorfa, sin sentido espiritual alguno.

Chejov no pretende moralizar pero sí se atribuye el papel de poner de relieve la depravación de una sociedad que vive al margen de todo sentido religioso y espiritual.

La historia precipita con el suicidio de la amante al constatar la vacuidad y sinsentido de la vida que lleva, y el porvenir que le espera sin horizonte alguno.

Leer los clásicos es siempre sinónimo de buena literatura, y ayuda a descubrir el verdadero sentido de la naturaleza humana manifestada en la vida de los hombres, poniendo de relieve los valores y los errores que todo quehacer humano conlleva.