Señores niños

Una mañana tres niños se despiertan y se dan cuenta de que se han convertido en adultos. Para complicarlo todo, sus pasdres también han sufriso una trasformación: ¡Se han convertido en niños!

Durante la clase de francés del profesor Crastaing, tres de sus alumnos, Igor, Nourdine y Joseph, se pasan un dibujo satírico. En él una multitud enfurecida marcha tras una pancarta que reza: ¡Craistang, cabrón, irás al paredón!
El profesor, ofendido, les impone un castigo; para el día siguiente tienen que hacer una redacción con el tema: «Despierta usted cierta mañana y comprueba que, por la noche, se ha transformado en adulto. Enloquecido, corre a la habitación de sus padres. Se han transformado en niños. Cuenten la continuación». Así comienza la desternillante aventura de estos excéntricos personajes: los señores niños y los niños señores que deberán enfrentarse a los problemas cotidianos de sus nuevas identidades. ¡Qué difícil es meterse en la piel del otro!
Desde su tumba del cementerio de Père Lachaise, Pierre, el padre de Igor, es el encargado de narrar todas sus aventuras. Escrita de manera sencilla y con grandes dosis de fantasía, Daniel Pennac consigue, como siempre, crear personajes inolvidables.
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2011 Mondadori
240
978-84-9989-557-4
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Imagen de acabrero

Desconcertante Pennac. Con dos títulos de gran éxito –“Como una novela” y “Mal de escuela”- en torno a la escuela y la educación, se descuelga en esta ocasión con otra novela sobre el tema absolutamente penosa. La terminé porque me la habían aconsejado, pero me costó lo suyo. Una ficción totalmente absurda sobre unos niños que se convierten en adultos sin más, rodeado todo por conversaciones llenas de obscenidades y en la que todo el mundo, desde el relator, padre de uno de los alumnos protagonistas, hasta el profesor centro del relato, como los mismos alumnos, tratan con prostitutas como lo más normal del mundo. Vamos que las soluciones a los problemas que surgen en la escuela no las resuelve el director –que es un poco tonto- ni los padres, que no se enteran de nada, ni los alumnos que se convierten en adultos, sino las prostitutas, gente sería y con criterio.