Solo en el mundo

Con el telón de fondo de la vida en Trípoli durante los primeros tiempos de Gaddafi, se desarrolla un emocionante retrato de un niño, cuya mirada inocente va descubriendo las luces y las sombras de un país que despierta a la cruda realidad de los conflictos y tensiones generados durante décadas de plácido letargo. Con nueve años de edad, Solimán empieza a percibir que, más allá de los juegos infantiles, existe otro mundo fuera del seno protector de su familia A medida que el objeto de sus pensamientos se desplaza de su propio yo hacia el mundo que le rodea, las inclemencias de una sociedad revolucionaria y el impacto que produce en la vida de su familia desatan en él la conciencia prematura de la crueldad. Cuando su padre se marcha de viaje y Solimán se queda como hombre de la casa, un encuentro fortuito y confuso rompe por primera vez la confianza ciega en sus progenitores. A partir de ese momento, el mundo se vuelve para Solimán un lugar plagado de incertidumbres. Ya ni siquiera le consuela refugiarse en el regazo de su madre, quien, en un momento de debilidad, le confiesa la dolorosa historia de su propia infancia. Así, Solimán descubrirá nuevas palabras como «traición», «violencia» o «perdón», e incapaz de asimilar los códigos que rigen el mundo de los adultos, tomará algunas decisiones con terribles consecuencias. Al pequeño Solimán la vida le obliga conocer la parte más oscura de la naturaleza humana demasiado pronto, y esto dañará su afectividad.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2007 Salamandra
252
978-84-9838-076-7

Título Original:In the Country of Men. Traducción:Ana María de la Fuente.

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Sorprende la sinopsis tan general de un libro importante. Una obra que denuncia los crímenes contra el pueblo libio del que se llamó coronel Muammar el Gaddafi. El autor narra la infancia de Solimán, un niño de nueve años, y la relación que tiene con sus padres: Faray y Naoma. Faray desarrolla actividades políticas clandestinas. Cuando está ausente, Naoma enferma y bebe aguardiente -prohibido por la religión islámica- al que llama su medicina. Tiene miedo de que las actividades del marido lleven a la familia a la ruina. Faray dice al niño que ahora tiene que ser él "el hombre de la casa". Mientras tanto Naoma, por influjo del alcohol, le toma como confidente y pide a Solimán que cuando sea mayor la lleve lejos en un caballo blanco. Pero él no es más que un niño a quien todas estas manifestaciones abruman. Naoma le cuenta cómo su familia la casó a los catorce años, cuando el hermano mayor la vio en una cafetería con dos chicos. Fue acusada de deshonrar a la familia, la encerraron en su habitación durante un mes y le buscaron un marido. El candidato fue Faray, de veintitrés años. Naoma llama al día de su boda "el día negro", en el que se desmayó antes de ser desflorada. En la actualidad el matrimonio no duerme en la misma habitación y no tiene más hijos que Solimán. La novela reproduce el ambiente islámico: los viernes a la mezquita, las invocaciones al Profeta y la enseñanza del Corán que Solimán recibe del jeque Mustafá. Faray tiene varios seguidores en su actividad política clandestina. Uno de ellos es su vecino Ustaz Rashid, un buen hombre, profesor de Arte, que es capturado por la milicia. Rashid es acusado de traición y su interrogatorio se retransmite por televisión. El juicio y la ejecución se celebran en el mismo acto, en un palacio de deportes atestado de público. Rashid es ahorcado mientras la multitud le insulta, jalea la ejecución y hasta hay quien se cuelga de las piernas del ahorcado. El autor retrata la miseria a la que conducen la propaganda, el interés y el miedo en una dictadura. Naoma se humilla y va a pedir a un confidente del régimen que interceda para la liberación de Faray. Este es devuelto a su casa deformado por las torturas, aunque Rashid no le ha delatado. "Sacaré a mi hijo de este país aunque sea lo último que haga" –dice Naoma. Solimán es enviado a El Cairo a continuar sus estudios. Pronto se prohíbe a los libios la salida del país; Faray muere y Naoma pasará una década sin volver a ver a su hijo. Después de leer este libro es fácil sentir un odio profundo por lo que fueron Gaddafi y su régimen. Cuatro años después de la publicación en Londres de "Solo en el mundo", el llamado coronel -un fantoche con petróleo- moriría despedazado junto con su familia a manos de insurgentes libios. Colaboraron en ello los países occidentales, especialmente Francia. Sería interesante saber qué influencia tuvo en ello la publicación de este libro.