Un largo camino. Memorias de un niño soldado

En Un largo camino: memorias de un niño soldado, Ishmael Beah cuenta una historia fascinante. A los doce años, huye del ataque de los rebeldes y vaga por un país que la violencia ha vuelto irreconocible. A los trece años, entra en el ejército del gobierno, y Beah, un buen chico, descubre que es capaz de cometer actos terribles. Es un relato único y sorprendente, contado con auténtica fuerza literaria y conmovedoramente sincero.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2008 RBA
272
9788498670011

Traducción de Esther Roig Giménez

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¿Cómo se ve la guerra a través de los ojos de un niño soldado? ¿Cómo se convierte uno en asesino? ¿Cómo deja de serlo? Los niños soldados han sido descritos por periodistas, y los novelistas se han esforzado por imaginar su vida. Pero hasta ahora, no había ningún relato en primera persona de alguien que hubiera estado en el infierno y haya sobrevivido. Ishmael Beah creció en el campo de Sierra Leona. A los doce años tuvo que escapar de los rebeldes que atacaban su aldea. Siguió ocultándose a la violencia hasta acabar engullido por ella. Llegando a ser un niño soldado en el ejército. Un niño inteligente, que apreciaba a Shakespeare y componía y cantaba rap, fue finalmente llamado a hablar de sus experiencias en Naciones Unidas. Y lo cuenta todo en este libro, sobrio, pero emocionante. Desde la normalidad de un niño travieso, a convertirse en un asesino sin corazón, para quien matar llegó a ser tan fácil como beber agua; siguiendo con su rehabilitación y los inicios de su propia fundación que ayuda a reintegrarse a antiguos niños soldado . Ese es el tema. El éxito del libro está en que vamos siguiendo a Ishmael en todos sus estados anímicos: la sonrisa de un niño enredador; el miedo mezclado con la aventura mientras la huída; la crueldad de matar a sangre fría; la experiencia del olvidarse de la violencia y las drogas, el dominar sus emociones en Benin Home, el centro de rehabilitación, donde la paciencia y el afecto de la enfermera Esther, le ayudaron a normalizarse. Sin embargo, aun en los peores momentos. de sangrientas pesadillas que lo dejaban tieso, a pesar del cruel entrenamiento que arrastraba a los pequeños soldados a actuar como salvajes (les proyectaban filmes de Rambo); ocasionalmente se encuentra un rasgo de humor, sombrío y luminoso, que mitiga el horror. Algunos de los niños eran tan pequeños que apenas podían llevar las armas. Mas pronto sus instructores los endurecían de tal manera que acababan saltando con ellas. A la noche, la conversación versaba normalmente sobre la impresión que les había causado la manera de matar de los oficiales. Sin embargo, el libro tiene corazón. Ishmael podía llorar, y a menudo lo hizo. Estaba muy unido a su madre y hermanos, su padre les había abandonado. Tras la rehabilitación vivió con un tío suyo que falleció pronto después de su regreso de New York. Y, cuando estalló un nuevo golpe militar , escapó milagrosamente a través de Guinea. Recuerda agradecido al pescador que le ocultó y alimentó a él y a sus amigos en la huída antes de alistarse en el ejército. Con emoción describe a Ester perdonándole su rudeza durante la rehabilitación. Su disertación en Naciones Unidas mostró a un auténtico Ishmael al describir su experiencia como un joven asesino, al manifestar por qué se alistó: por revancha y para sobrevivir. "He sido rehabilitado, no me tengáis miedo", gritó ante la audiencia. "Ya no soy un soldado ; soy un niño" "He aprendido… que la venganza no es buena… Que si pienso en vengarme, para ello he de matar a otro cuya familia querrá venganza, así la venganza no tendrá fin…"