Vredaman

Este libro entrelaza cuatro historias: un niño que intenta cazar una libélula azul para llegar a ser tan inteligente como un médico; dos amigos que entran en un campo de golf a medianoche, a hurtadillas, sin que nadie sepa qué quieren hacer allí; una mujer que durante más de cuarenta años fue novia de un arquitecto de renombre internacional pero que nadie entiende por qué nunca se casaron, y un joven que descubre por casualidad que su abuelo participó en el Campeonato de Europa de Ebanistas, en 1927, e intenta descubrir el resultado de aquella curiosa competición.

En Vredaman se cuentan ésas y muchas historias más, todas repletas de personajes peculiares, ingeniosos y memorables. Una novela que tiene mucho de juego y de lúcida reflexión sobre los seres humanos. Un relato perfecto que crece en emoción a medida que se aproxima al final.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Alfaguara
192
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.333332
Average: 3.3 (3 votes)
Interpretación
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Género: 

Comentarios

Imagen de wonderland

Me gustó mucho el libro, cierto es que no he leído los otros dos que ha escrito el autor. Supuso una lectura muy fresca, divertida y humana a la vez. Aún me veo paseando por el pueblo, escuchando las historias de los familiares y amigos del protagonista, la “anécdota” del campo de rugby, el viaje, el concurso en el que participa el abuelo para ser el mejor ebanista, el armario que le construye a la “beata” del pueblo, las visitas al padre enfermo, la búsqueda de mariposas para la colección de la prima. En fin me pareció genial, bien escrito y optimista

Imagen de Artemi

He leído novelas epistolares, como Los Idus de Marzo, de Thorton Wilder; extraordinaria. He leído novelas dialogadas donde el narrador apenas acota lo imprescindible para señalar el marco (espacio y tiempo), como El Abuelo, de Galdós. He leído novelas en que la voz narrativa es un yo lírico y no sabes muy bien si se trata de un poema en prosa o de una novela (me viene a la memoria Helena o el mar de verano, qué preciosidad). He leído novelas donde el narrador omnisciente se esfuma para dar paso a los personajes en un estilo indirecto en el que no sabes muy bien quién dice qué, quién piensa esto o aquello, dónde termina la voz del narrador y dónde comienza la del personaje (aquí la maestra es Virginia Wolf, especialmente en Al Faro). Pero todo eso junto en una novela de apenas doscientas páginas no lo había encontrado nunca hasta que me he leído Vredaman, de Unai Elorriaga (Alfaguara 2006). Y lo más asombroso de todo es que las cuatro historias que cuenta poseen un interés, una belleza y una humanidad raras en una novela que cuida tanto lo formal, en una novela casi experimental donde se podría pensar que el qué, lo que se cuenta, es irrelevante.
El escritor fue premio nacional de literatura en 2002 con Un tranvía en SP. Voy a la biblioteca a por él. Cuánta razón tienen algunos al decir que el personaje más importante de una novela es el narrador. En ésta no es uno, son al menos cuatro. Recomiendo el libro a los amantes de las buenas historias (mínimas, eso sí) y a quienes saben apreciar el estilo, la forma, la belleza de una prosa narrativa, dramática y lírica a la vez.

Imagen de acabrero

Lei "Tranvía en SP" y me gustó. Era sin duda novedoso, en cuanto a la técnia. Lo pasé bien porque decía las cosas de otra manera, y decía algo, entre lineas. Me dijeron que este iba por el mismo camino. Y efectivamente. He llegado a la conclusión que no sabe hacer otra cosa. Es un estilo gracioso, pero no dice practicamente nada. Es tan parecido al anterior que ya no engancha. Tengo que reconocer desde este momento que lo he dejado a la mitad. Literalmente. Y para llegar a la mitad tuve que hacer un esfuerzo. Luego llegué a la conclusión de que no merecía seguir. Quien no haya leido nada suyo que lo intente y seguro que le divierte.