La hija de Agamenón. El sucesor

El ambiente viciado y agobiante de las celebraciones de un primero de mayo en la Tirana del régimen dictatorial de Enver Hoxha evocan al narrador el sacrificio de Ifigenia por su padre, Agamenón, el vencedor de la guerra de Troya. En la mañana de un 14 de diciembre aparece misteriosamente muerto de un disparo el sucesor del dictador albanés. Ambas historias son la base esencial sobre la que gira la trama de La hija de Agamenón y El Sucesor. Dos novelas cortas, escritas en un intervalo de veinte años, que Kadaré ha publicado al mismo tiempo para conformar un díptico narrativo aparentemente inconexo pero que constituye un conjunto intrínsecamente complementario. Escritas en clave de intriga, con una poderosa fuerza lírica salpicada de notas de humor negro, Kadaré, como ya es tradicional en su obra, entrelaza lo real con lo onírico y la historia oficial con la alegoría, sobre un fondo en el que se entrecruzan los mitos y las tragedias clásicas griegas con las legendarias tradiciones balcánicas. En La hija de Agamenón y El Sucesor Kadaré da una nueva vuelta de tuerca sobre las tinieblas que envuelven las dictaduras. Nebulosas opresivas en las que la superstición y la propaganda reemplazan a la razón, en las que el peso de ese «gran hermano», ese «guía» omnipresente, ahoga los destinos y las relaciones amistosas y afectivas de unos personajes que en estas dos novelas cortas adquieren una dimensión universal arquetípica a la altura de Josef K.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2007 Alianza
282
9788420647388

Título original:Vajza e Agamemnonit / Pasardhësi.Traducción del albanés de Ramón Sánchez Lizarralde.

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Comentarios

Imagen de Rubito

La primera novela, La hija de Agamenón, tiene menos argumento y más simples recursos literarios que la segunda parte del díptico. La historia es la que vive en apenas un par de horas un joven funcionario de la radiotelevisión albanesa, amante de Suzana, que acaba de ser repudiado por ella y acude a un desfile oficial del 1º de Mayo en Tirana, con una invitación para una localidad de privilegiados del régimen. Sus pensamientos de asombro ante la invitación recibida, la ambivalencia de sus sentimientos, los temores y las breves conversaciones que tiene en el trayecto hacia la tribuna con otros pocos personajes tocados por las purgas políticas, son el tema de la narración. Que se alternan con los recuerdos de sus intimidades, demasiadas veces eróticas y pormenorizadas aunque no sean pornográficas, con la Suzane que acaba de perder por razones que parecen de conveniencia política. El segundo relato, El Sucesor, tiene mucho más calado y riqueza literaria. Narra la dinámica interna de un régimen dictatorial a través de cuatro personajes, desde el momento de la intrigante muerte del Sucesor y el desarrollo de sus consecuencias. Son monólogos interiores del Guía (el dictador), el Sucesor, el Ministro del Interior y el arquitecto que acababa de rehabilitar el palacete en el que reside el Sucesor y su familia. Los relatos subjetivos se alternan con una acción movida por las familias de esos personajes, entre las que se encuentra Suzane y su nuevo prometido y con otras referencias a las intimidades eróticas, aunque esta vez menos insistentes. La novela tiene una gran fuerza dramática y ese aire un tanto onírico, intrigante y lírico con incursiones en lo legendario, en las habladurías supersticiosas y en las alegóricas tradiciones balcánicas, que tan bien sabe manejar Ismaíl Kadaré. En fin, La hija de Agamenón quizá podría ser considerada una obra menor y El Sucesor es una sólida novela que recuerda aquellas tan conseguidas de su primera época, como El nicho de la vergüenza (publicada en nuestro país en 1989), El palacio de los sueños (1991) o El año negro(1996) .

( de Ángel García Prieto )

Imagen de wonderland

Tenemos entre las manos dos auténticas joyas de Ismaíl Kadaré. Se trata de dos novelas cortas que el autor albanés escribió con casi veinte años de diferencia: La hija de Agamenón entre 1984 y 1986, y El Sucesor entre 2002 y 2003, como se explica en la sucinta y acertada introducción del editor. No se pierdan lo que tuvo que hacer Kadaré para evadir de la censura comunista algunas de sus obras…

Ambas novelas se editan juntas porque están íntimamente relacionadas: parte de los protagonistas son los mismos, por más que eso resulte al final más bien accidental (es decir, la lógica de la segunda obra no exigía la presencia de los protagonistas de la primera). Pero así lo eligió Kadaré, y respetar su voluntad (no se alarmen, no ha muerto) es lo menos que se puede hacer.

En La hija de Agamenón, Kadaré traslada a esa Albania aislada del mundo el mito griego de Agamenón. Se dice que éste debía sacrificar a su propia hija antes de comenzar la campaña contra Troya, pero al final consiguió colar un chivo expiatorio en lugar de ella (Kadaré refleja oportunamente el paralelismo con Abraham e Isaac). Con la mirada fija en las almas muertas que genera el comunismo, la novela nos muestra la esquizofrenia de un mundo donde, como en Cuba ahora mismo o en la Unión Soviética allende (que no se me interprete mal…), los vecinos se denuncian entre ellos y la Idea que se encarna en el Guía (para el caso, Enver Hoxha) debe modificar la substancia misma de la realidad hasta que ambas se conviertan en uno y lo mismo. Guste o no, y si no, vacaciones pagadas en un campo de concentración.

En El sucesor, observamos la misteriosa muerte de quien tenía que suceder en el trono del comunismo albanés al Guía. Las sospechas recaen en el suicidio en general o en un ministro asesino en particular, y toda la maquinaria del horror se pone en marcha hasta desembocar en un final tan inesperado como arrítmico en relación con el resto de la obra. Pero no pasa nada. Kadaré merece el Nobel de Literatura más que nadie (suponiendo que ese premio tenga algún valor real, pero eso es otra cosa), y sus observaciones acerca del totalitarismo comunista son de una agudeza tal que sorprenden incluso a quienes hayan dedicado ya muchas horas a analizar dicho fenómeno genocida.