La belleza de la liturgia

 

La Ordenación General del Misal Romano publicada por san Pablo VI para aplicar la Constitución dogmática “Sacrosantum Concilium” del Vaticano II a la liturgia de la Iglesia de rito latino, en su pórtico comienza por enunciar el sentido y profundidad de las palabras y gestos que va a establecer como ley de la Iglesia y, por tanto, a enunciar un camino sagrado que lleva a la plena identificación con Cristo, al unirse el cielo y la tierra, como decía san Josemaría Escrivá de Balaguer, el santo de lo ordinario según le denominaba san Juan Pablo II, no ya en la línea del horizonte sino en los corazones de Dios y de sus hijos los hombres (IGMR, n.1).

Indudablemente, en el trabajo que ahora presentamos de los doctores piadosos y sabios Félix Arocena y Alberto Portolés, sobre la liturgia celebrativa utilizarán palabras consonantes, sabia y bellamente escogidas en conexión con la grandeza de la mencionada Ordenación: “la celebración es un camino radicado en lo humano y abierto a lo divino, hecho de signos sensibles que remiten a realidades divinas invisibles. En la celebración, la Iglesia manifiesta su amor inalterable al Santo Sacrificio del altar a lo largo de su ininterrumpida tradición” (14).

Lógicamente, el camino de la belleza que van a utilizar los autores siguiendo el “ordo missarum” para hablar de la liturgia eucarística no solo resulta plenamente adecuado a la verdad que refleja, sino también está plenamente inmerso en el venero de la tradición de los primeros cristianos que muchas veces se extasiaban y recogían con palabras poéticas y bellamente escogidas para hablar de estos misterios.

Los autores han buscado, seleccionado e incorporado a su trabajo muchos y expresivos comentarios tomados de los grandes padres de la Iglesia y otros autores santos y de fina sensibilidad, así como los que ellos mismos aportan, de modo que el lector pueda recoger la tradición de la Iglesia y la contemplación de los santos sobre los signos y palabras de la celebración eucarística. Indudablemente de ese modo se enriquecerá la piedad del celebrante y del pueblo que asiste a la celebración.

Asimismo, la acción del Espíritu santo incidirá en el espacio celebrativo, no solo para llevar a lo alto, al Padre, la ofrenda bellísima del hijo sacrificado, sino también el ardiente deseo que suscitará tras el impacto en los corazones de los cristianos que permanecerá vibrantes alrededor del altar. Es tradicional en este tipo de libros redactados para ayudar al celebrante y a los fieles a celebrar y participar más piadosamente, atentamente y devotamente en el santo sacrificio de la misa, recordarles el comentario del cardenal Bona en la introducción de su famoso tratado sobre la santa misa, cuando afirmaba que no se trataba de almacenar ideas y pensamientos aplicarlos en los momentos de la celebración, sino de haber meditado sobre cada una de las partes de la misa, y ahora añadimos con este tratado, sobre las “palabras, silencios y signos” de modo que el Espíritu Santo pueda traernos a la mente y al corazón, para llenarnos de sentimientos nobles con los que adorar a nuestro Dios.

José Carlos Martin de la Hoz

Félix María Arocena y Alberto Portolés, El arte de celebrar la Eucaristía, ediciones BAC, Madrid 2021, 248 pp.