Eva Illouz (Marruecos 1961) profesora de la EHESS de París y emérita de la Universidad hebrea de Jerusalén, es una intelectual y socióloga renombrada afincada en Francia desde donde imparte conferencias y cursos acerca de la sociología de las emociones. En esta ocasión, ha editado un ensayo muy lúcido acerca de las explosiones de las emociones, de las pasiones desatadas en la cultura de nuestro tiempo que hacen necesaria una importante rectificación (22).
El libro arrancará planteando como Baruc Spinoza desconectó las emociones del pecado y de la virtud (15), provocando el desasosiego: cada uno es señor de sus sentimientos. Es interesante la observación de la autora acerca de cómo las instituciones del matrimonio y del mercado son perennes y son independientes de las personas y de sus avatares (75).
Respecto a las herencias de la cultura judeocristiana, la Dra. Illouz tratará extensamente de la violencia y la envidia encarnados en Caín y Abel (97). Enseguida añadirá que la envidia se distingue de los celos, aunque tienen raíces comunes (99). La emoción de la envidia es corrosiva y puede llevar a la violencia extrema como sucedió con Caín que mató a Abél (100), le importa menos que la conclusión de Mandeville que convierte la envidia en motor de la economía (101). Finalmente, terminará recordando que para la revolución francesa la envidia conducirá a la “igualdad” (103). Así terminará: “la persona que envidia necesita ocultarlo y disfrazar su envidia bajo una teoría que justifique su hostilidad hacia el individuo o el grupo” (127).
Enseguida se referirá al sentimiento de la “ira” como el “enigma del alma” (133). En primer lugar, se referirá a la ira correspondiente a una situación de injusticia y, por tanto, a un problema personal. Pero, enseguida, hablará de la ira como una emoción social cuando observamos injusticias sobre otras personas (134). La ira es la cólera de los valientes como en la Illiada. La ira estará emparentada con el honor. El problema es que fácilmente la injusticia terminará en violencia sobre todo cuando descubre arbitrariedad en las autoridades y jueces (141). Ahí encuentra el origen de los populismos (151). Terminará afirmando: “la indignación se ha generalizado simplemente porque se ha legitimado” (161).
Respecto al miedo nos dirá que es un sentimiento visceral: “la respuesta emocional a una amenaza percibida contra el bienestar o la integridad corporal. El miedo es la emoción característica de los regímenes de terror o del campo de batalla” (171).
En el último capítulo, dedicado al amor, realizará un recorrido histórico para concluir que el amor ha transformado la sociedad (299). Enseguida añadirá: “el amor mantiene una relación singularmente ambivalente con la modernidad. Por un lado, es una emoción socialmente dislocadora que amenaza el orden social tradicional y destruye los planes de los padres (…). Como Jesús caminando sobre las aguas, los amantes se sitúan por encima de la sociedad afirmando el poder de los individuos”.
José Carlos Martín de la Hoz
Eva Illouz, Modernidad explosiva, ediciones Katz, Madrid—Buenos Aires, 2025, 334 pp.