La lectura atenta, con papel y bolígrafo, del magnífico Manual de Teología Fundamental, del profesor Ordinario de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Tomás Trigo (Villanueva de Arosa, 1953), de la colección de Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad de Navarra, me ha hecho caer en la cuenta de que tenemos un serio problema de identidad con muchos de los cristianos de nuestro tiempo, pues el fenómeno de la secularización ha invadido de tal manera la esfera pública y ciudadana que ha marcado una identidad bien distinta de la que teníamos hace unos años.
En este manual, nuestro profesor ha expuesto magníficamente la Teología moral de la Iglesia Católica, de modo especulativo y práctico y ha sabido tener en cuenta los criterios del Concilio Vaticano II y la Encíclica “Veritatis splendor,” sobre la base del magisterio de san Juan Pablo II y, por supuesto, del papa Francisco.
En este trabajo, los importantes acentos antropológicos del hombre como persona, en relación constante con Dios y con los demás, unido con el horizonte de la llamada universal a la santidad y, finalmente, con el objetivo de la identificación con Cristo construirán con solidez un entramado teológico sólido. Por supuesto, todo lo que hemos leído está saturado tanto del Nuevo Testamento como de los Padres de la Iglesia: “imago Christi” e “Ipse Christus”.
La teología moral esquematizada y sintetizada en este manual manual de teología es representativa y a la vez anuncia líneas de avance y de investigación, pues este trabajo es un punto de partida para seguir investigando y poder ofrecer a los cristianos de nuestro tiempo de modo atractivo la moral cristiana como “la vida en Cristo” tal y como lo describen los puntos del Catecismo de la iglesia católica.
Con respecto a las virtudes morales, Trigo nos recordará que “nos dan connnaturalidad con el bien (123), potencia cada vez más nuestra libertad (125), y requieren un buen guía que nos haga: “capaces de elegir por nosotros mismos las acciones conformes a las virtudes” (128). Es decir, gracia de Dios y libertad personal.
Enseguida, el maestro Trigo tratará de las virtudes teologales, infusas, a las que se aplica muy bien la definición de san Agustín: “una buena cualidad del alma, por la que el hombre vive rectamente, que nadie usa mal, y que Dios obra en nosotros sin nosotros” (De libero arbitrio, lib. II, cap. 19).
Es impresionante la radicalidad con la que supera el problema luterano de la “sola fides”, volviendo sus ojos a la patrística, pues comenta: “La consecuencia de la fe es la caridad” (135). Por tanto, el profesor Trigo argumentará contra Ockham que la moralidad no es arbitraria ni la ley de Dios es autoritaria (143), sino todo lo contrario la ley eterna, la ley divino positiva y la ley natural están armónicamente concatenadas.
José Carlos Martín de la Hoz
Tomás Trigo, Moral Fundamental, Instituto Superior de Ciencias religiosas, Eunsa, Pamplona 2021, 234 pp.