Los pasos del discernimiento

 

El profesor Amedeo Cencini, misionero Canosiano y profesor de la Gregoriana y de la Pontificia Universidad Salesiana de Roma, realiza en el trabajo que ahora presentamos, un interesante planteamiento del acompañamiento espiritual destinado a “formar las conciencias, no a pretender sustituirlas”.

Aunque la perspectiva anunciada desde el principio es la del ángulo de la psicología y de la antropología cristiana, finalmente el resultado obtenido es muy asequible para un público de formación universitaria y con experiencia en dirección espiritual.

Enseguida diremos que el término discernimiento en las enseñanzas del profesor Cencini será una de las aportaciones más interesantes y conviene descubrir pronto que tiene mucho que ver con la mirada de fe y la practica desde la fe (9) para elegir el bien que Dios propone en sus decisiones y sensibilidades (31). Por eso añadirá que “el discernimiento es amigo fiel y veraz para decir la verdad” (96).

Resulta paradigmático para entender este trabajo comenzar por leer el abordaje de los casos de familias desestructuradas y en situación irregular, es decir, divorciados católicos con otra unión estable con o sin matrimonio civil en la nueva pareja. El modo de acercarse a la cuestión es una aplicación perfecta de “Amoris laetitiae” del papa Francisco, que en realidad es pura continuación de “Familiaris consortio” de Juan Pablo II, solo que adecuado a la situación actual de una sociedad mucho más secularizada en la que los escasos casos en ámbito católico se han multiplicado enormemente. El programa planteado es sencillo y a la vez lleno de misericordia, entrega pastoral y dedicación: “acompañar, discernir e integrar” (pp. 97-98).

Ahora, podemos regresar al comienzo del libro y estudiar el concepto antropológico del hombre como relación que es la clave teológica del profesor Cencini, siempre pensando en el hombre imagen y semejanza de Dios Uno y Trino, y, por tanto, destinado a madurar en la relación con Dios y en la relación con los demás.

De la intensa y madura relación con Dios va deduciendo el celibato sacerdotal y los modos prácticos de experimentar el gozo y la paz y, también, de resolver las posibles crisis de maduración en el amor: sinceridad, piedad honda, realismo eucarístico, desarrollo de la afectividad y de la sensibilidad.: “la calidad del amor relacional” (66).

De la maduración de la relación con los demás, nos recordará que “el centro siempre es Dios” (67), para poder “amarles con el corazón de Dios” (69) y entenderá que se desarrolla en relaciones interpersonales, enriquecedoras siempre atento a “discernir para formar las conciencias sin pretender sustituirlas” y se puede entender el modo de adelantarse a cualquier abuso de poder o de conciencia: exquisito respeto a la libertad y a los tiempos de maduración.

José Carlos Martín de la Hoz

Amedeo Cencini, Los pasos del discernimiento. Llamados a formar las conciencias, no a pretender sustituirlas, Sal Terrae, Bilbao 2020, 143 pp.