El miedo, una solución

 

Se ha escrito mucho sobre el miedo. Hay infinidad de novelas que hacen del miedo el tema principal. Ciertamente a lo largo de la historia se pueden resaltar etapas en que sociedades enteras han vivido atrapadas por la inseguridad y el temor por circunstancias políticas, por el peligro de derrumbamiento de la sociedad libre y por el hambre.

Pero se da, en muchas circunstancias, un miedo personal, una persona concreta que por su familia, por sus amistades, por su trabajo, vive inmersa en el miedo. Dan pena esas personas. A veces sociedades enteras, a veces un individuo aislado que ni siquiera puede ampararse en la protección de alguien cercano.

Sin embargo, aunque parezca absurdo, en no pocas ocasiones es el miedo lo que salva. De una situación desordenada, inmoral, inaceptable, se puede salir por miedo. Esto se refleja perfectamente en la novela de Stefan Zweig que lleva ese título: “Miedo”, así sin más, sin más calificaciones. La historia que cuenta en esa novela breve pero densa es una circunstancia que se puede dar, por desgracia, con cierta frecuencia. La infidelidad en el matrimonio, el andar tonteando con quien no es tu marido, por puro capricho o buscando placer. Y la dificultad: el miedo. Ciertamente es lo único que terminará salvando la situación. El miedo a ser sorprendida, con todo lo que eso llevaría consigo.

Este autor describe esas historias con gran maestría y, por lo tanto, con la gran ventaja de poner al lector sobre aviso, si fuera el caso. El hecho de que esas circunstancias se hicieran públicas sería una deshonra tremenda, podría romper el matrimonio, etc. El miedo, en este y otros muchos casos, es una solución. Ante un capricho, ante la inclinación a una actuación inmoral, si no es suficiente la propia conciencia, al menos lo puede solucionar el temor a ser descubierto.

Esto que en la novela de Zweig surge por un capricho de una mujer, puede ser el motivo de muchas rupturas familiares: en principio era solo un capricho; luego es un desastre incalculable. Pero en realidad, en la sociedad nuestra, estas situaciones de inmoralidad o de desorden se dan en muchos campos, y quizá el más frecuente son los negocios desordenados e injustos en los que no pocos se meten. Puede ser que nunca se llegue a saber, pero la experiencia dice que sí se suelen saber.

Y aunque parezca un poco triste, puede ser que a algunos lo único que les detenga sea el miedo. Por supuesto, estamos convencidos de que hay muchas personas responsables que juzgan seriamente sus actos y se dan cuenta que ese modo de proceder puede ser injusto, que es una competencia desleal, que me estoy aprovechando de este que necesita trabajo y le pago lo mínimo, aunque si, a Dios gracias, soy de confesión frecuente, veo que eso no tiene sentido.

Sería muy deseable para todos, a la hora de tomar decisiones, que pensaran antes que nada en lo que es moralmente bueno, lo que no ofende a Dios, porque no ofende al prójimo. Esto es lo que surge en una sociedad cien por cien cristiana. Pero hoy no estamos en una sociedad modélica y lo que queda es el miedo. No deja de ser un poco triste, pero es lo que hay. Por eso la lectura de ese breve libro de Zweig, “Miedo”, ayuda mucho a una consideración sobre la propia vida.

Ángel Cabrero Ugarte

Stefan Zweig, Miedo, Acantilado 2018