El amanecer de una nueva era

 

Marina Münkler, catedrática de literatura de la Universidad técnica de Dresde se ha lanzado a escribir, con espíritu enciclopédico, un extenso tratado acerca del convulso siglo XVI. Como afirma el refrán castellano “·el que mucho abarca poco aprieta” y, es perfectamente comprensible, que ante el inmenso cúmulo de información que ha tenido que asimilar la profesora Münkler no haya sido capaz de hacerse cargo de algunas cuestiones.

En conjunto, estamos ante un magnífico trabajo, bien documentado, escrito y reflexionado, puesto que se trata de una materia muy compleja y enrevesada, por lo que hay que reconocer el mérito a la autora.

El primer error de la profesora Münkler está en la afirmación de que el cristianismo fue impuesto en América con violencia. En ese sentido, confundiría la acción de los conquistadores con la acción de los evangelizadores. Jamás hubo bautismos forzados (habrían sido inválidos), ni tampoco impuesta a la fuerza la práctica cristiana (8).

Ahora bien, hay que recordar que las Bulas Inter Coetera de Alejandro VI en 1493 no significaban primariamente la división entre España y Portugal (Para eso estaba el tratado de Tordesillas), sino la confirmación de que la ruta del oriente que proponía Colón era cierta y había proporcionado a España una inmensidad de nuevas tierras y millones de indios para cristianizar y construir unas nueva cultura y civilización (que era lo que le confirmaba el papa, el santo padre no era dominus orbi y por tanto no concedía bienes materiales ni personales) con la condición de evangelizar (25).

Tampoco parece haber captado. La actuación de Lutero en la “guerra de los campesinos”, y le hubiera bastado leer las palabras de Jesús: “Mi reino no es de este mundo” (Io 18, 36) para entenderlo (248).

Acierta nuestra autora al señalar que los teólogos controversistas católicos para enfrentarse con Martín Lutero con solo argumentos de la Escritura, no tuvieron más que señalarle las incongruencias, incoherencias y constantes contradicciones internas que cometió Lutero en sus obras. Como es sabido, Lutero era teólogo nominalista y muy poco versado en cuestiones de teología especulativa (258).

La autora comete un error táctico, al igual que Lutero, al entrar precipitadamente a tratar de la cuestión de los santos, milagros y causas de canonización. Es esta una de las cuestiones más delicadas que la Iglesia contiene. Precisamente, cuando la Iglesia exige y exigía una intensa y extensa fama de santidad y de gracias y favores lo que estaba haciendo era comprobar que Dios quería que esa persona fuese propuesta al pueblo de Dios como modelo e intercesor. Evidentemente, todos sabían que los milagros los hace Dios siempre y los santos “milagreros” son sencillamente “santos intercesores” (279).

José Carlos Martín de la Hoz

Marina Münkler, El amanecer de una nueva era. El convulso siglo XVI, Crítica, Barcelona 2025, 453 pp.