Cuando se hablaba de rogativas, en nuestros ambientes tradicionales, se pensaba en una procesión convocada con ánimo de pedir algo a Dios, aunque nos suena más en concreto a un modo de pedir agua. Se hacían procesiones de oración para pedir a Dios que lloviera, sin más. Y esto nos hace reflexionar sobre algo interesante: es de las pocas cosas que, hoy por hoy, no puede conseguir el hombre con su ciencia; que llueva.