Vivimos una época de confusión e inquietud. Esta tendencia se manifiesta incluso en nuestro vida espiritual: nuestra búsqueda de Dios, de la santidad y del servicio al prójimo es agitgada y convulsa, en lugar de ser confiada y pacífica. Pero ¿qué hacer para superar los momentos de angustia y de temor, conservando la confianza y el abandono?