El fracaso, dice Bradatan, lejos de deprimirnos, debería ser una oportunidad para conocernos mejor; no para volver a la carga en la búsqueda del éxito, no para resignarnos a la derrota, sino para aprender que es necesario conocer nuestros límites y reconciliarnos con la idea de la muerte.
Cuatro lecciones de humildad.