soberbia

Amor, soberbia y humildad

La vocación cristiana exige de nosotros una responsabilidad muy grande. Alegres, por ser Hijos de Dios; humildes, porque nada somos sin El, nuestro Padre; y luchar contra la soberbia, enemiga número uno de nuestro progreso como personas. Fruto de la soberbia fue el pecado original, el querer ser como dioses. Los medios para alcanzar la santidad nunca faltan, pero hace falta estar prevenidos para establecer una lucha diaria, para vencer nuestras malas inclinaciones y encaminarnos hacia la casa del Padre.

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