Pennac, Daniel

Biografía: 

El escritor francés, Daniel Pennac, nació en 1944 en la ciudad marroquí de Casablanca. Es padre de familia y profesor de francés. Como literato ha conseguido reunir en torno suyo a un gran número de lectores muy diversos gracias a su incursión en todos los géneros, es, por tanto, un autor todoterreno. Del ensayo pasó a la literatura infantil, y de allí a las novelas policiacas, por lo que fue muy amigo de Vazquez Montlabán. Es en este género cosechó uno de sus mayores éxitos, la famosa serie sobre Benjamín Malaussène. Como una novela, la felicicidad de los ogros, La pequeña vendedora de prosa y El hada carabina son algunas de sus obras más reconocidas.

Nacimiento: 
1944

Comentarios

Imagen de Azafrán

Panegírico de su hermano inmediatamente mayor, porque hubo otros dos. Escrito con el corazón, es un canto a la relación fraternal.

De su hermano, Pennac dice:

“Si tuviera que resumir la vida de mi hermano, diría que fue primero el hijo y hermano favorito de una familia de cuatro muchachos, luego el directivo estimado de una veintena de obreros cuyos oficios se había cuidado de aprender, luego el padre adoptivo de dos hijos afortunados, luego el padre perdido de un niño mortinato, luego el alma parkinsoniana de un final de vida sin amor. También diría que no abusó de su condición de hijo querido ni de su autoridad paterna, que no se jactó de la estima que le tenían los que trabajaban bajo su mando, que guardó para sí el dolor del luto y nunca se quejó de ningún déficit de amor conyugal... a mi parecer…” pág. 50

“Su extrema amabilidad, su gentileza, su tranquilidad, su discreción, su negativa a dramatizar, su lucidez, su atención, su dulce ironía habían hecho de él la referencia implícita de unos y otros. En su presencia, no nos enfadábamos. Él encarnaba el equilibrio familiar”. Pág. 86

Tras la muerte del hermano, Pennac, intenta explicar la relación fraternal con este hermano. Una relación con un hombre con sus luces y sus sombras: su esposa no es capaz de decir nada bueno de un esposo que termina enfermo de Parkinson, que padece una profunda depresión nerviosa que le arrastra a un intento de suicidio…

Pero para el autor, para Daniel Pennac, existió el hombre que compartió su infancia, que le protegía, que le ayudaba desde la delicadeza del silencio:

“A menudo comentando los libros que leíamos, la literatura nos servía de campamento atrincherado… En resumen, la confianza no figuraba entre nuestras costumbres. Éramos los últimos representantes del mundo des silencio: dos mudos ocupados en jugar al ajedrez por el puro placer de no vencer al otro.” Pág.87

El acierto de Pennac es doble. No solo nos muestra el dolor de su duelo, la necesidad de recuperar de algún modo la presencia efímera del hermano fallecido, la resistencia al olvido. Pennac también ha escogido una forma bella desde el punto de vista literario,  para expresar la nostalgia del hermano ausente para siempre.

Por un lado, juega con un paralelismo entre la personalidad estoica del Bartleby de Melville y el carácter de su hermano fallecido. Sigue el relato de Herman Melville encarnado en una adaptación que el propio Pennac hizo y representó, según escribe en Mi hermano. “Así que monté Bartleby, el escribiente en forma de monólogo, me adjudiqué el papel de ese notario, y, solo en escena lo interpreté unas cien veces. Dos versiones sucesivas: una primera con director de escena, música, decorado y desplazamientos, y luego la mía, sin director, ni música, decorado…” Pág. 15

Por otro lado, Pennac interpreta Bartleby para su hermano desaparecido, lo intuye entre el público y al mismo tiempo hace una crítica laudatoria de la belleza que entraña la puesta en escena y de las reacciones que suscita en el público. La puesta en escena como espectadora de las reacciones en la platea.

La tipografía marca el juego que recorre Mi hermano. En letra cursiva, las trascripciones del Bartleby de Melville. En Times New Roman, sus comentarios a la obra de Melville, los recuerdos de su vida en familia, de la personalidad de su hermano. Porque para el autor, los claroscuros de la vida de su hermano encuentran su explicación inefable en la existencia del personaje de Bartleby.

Y el espectador, el lector de Mi hermano, alcanza a atisbar algún rasgo de ambos seres: el real, el hermano y el ficticio, Bartleby.

Pennac recrea el texto de Melville, Bartleby el escribiente; convierte au obra Mi hermano en un meta-texto en las numerosas citas de la obra de Melville permiten a Pennac ofrecer al espectador, al lector, un interminable juego de espejos de sus sentimientos fraternales, de los sentimientos del notario que observa a su escribiente, Bartleby, de los sentimientos que el texto de Melville provoca en la platea o en el lector actual y que los convierte en actores involuntarios de la puesta en escena, de la lectura, para el propio autor, Pennac…

“Una sábana blanca en el fondo del escenario refractaba la luz, permitiéndome ver al público. Los veía perfectamente, a todos, en sus asientos, lo cal me convertía en el espectador de la obra que ellos mismos me ofrecían, cada noche semejante y distinta. Venían del trabajo. Venían a sentarse aquí, en este teatro, a las site de la tarde, para escuchar una lectura. (Así es como se presentaba el espectáculo en el cartel: Bartleby de Herman Melville, lectura-espectáculo.) La mayoría estaban cansados. Eso ya se apreciaba en el guirigay que armaban al sentarse, y que yo oía en mi camerino a través de un altavoz. Desde el escenario, podía verlo. Era un cansancio de oficinas, negocios, profesores, médicos, empleados, periodistas, gente que había tratado con otra gente durante toda la jornada. Que había soportado el bullir de la ciudad. Era un cansancio parisino. En provincias, otro cansancio: la función era a las nueve de la noche, los espectadores habían cenado, venían en familia. A veces la digestión adormecía a los mayores. Yo me cuidaba de no despertarlos, y de no dormir a los demás. Hay una cierta confianza en ese dormirse en el teatro. No es señal de un apasionado interés por el texto, cierto, pero supone poner nuestro sueño bajo la protección de una voz. Un deleite de regresión del que también yo abuso con bastante frecuencia. (página 7)

¿Cuál es el hilo conductor de las imágenes infinitamente repetidas, puestas en escena, reflejadas?

¿Cuál es el tema que unifica los sentimientos de Pennac ante la pérdida de su hermano Bernard, los sentimientos del notario frente a la conducta inamovible de su escribiente, Bartleby?, ¿cuáles son los sentimientos provocados entre el público espectador o lector?

La inquietud de la conciencia personal que nos enfrenta con nosotros mismos en un duelo sin fin: ¿habré obrado con generosidad suficiente? ¿He hecho realmente todo lo posible por mi hermano? ¿He puesto de mi parte todo los posible para evitar en su vida lo inevitable? ¿He sabido cumplir con mi obligada correspondencia a sus muestras de amor fraterno?

¿Quién puede responder afirmativamente a tales preguntas?

No puedo obviar dos puntualizaciones que aparecen en el texto de Pennac:

“Mientras yo terminaba mis estudios en la facultad de Aix, mi hermano vivía solo en una casa inmensa de una gran población en la Provenza. Era la casa de un pintor local, amigo de nuestra familia. Daba a un jardín que, ahora que están todos muertos, se ha convertido en un parque público. El pintor, muy guapo y de avanzada edad, profería con su voz nasal unas máximas desilusionadas que no dejaban espacio a los sentimientos. Practicaba una pintura vagamente surrealista, de una plana perfección… Por alguna razón acaso vinculada con su estética, adornaba a todos sus modelos con unos ojos globulosos en los que se reflejaba una cierta idea de luz.” (pág. 23)

Una es la situación geográfica: el sur de Francia, Provenza, Niza, Aix-en-Provence. Pennac nació en Marruecos y vivió la mayor parte de su vida en Niza. Muchos pintores vivieron en esta región francesa cuyas reverberaciones cromáticas son recogidas en las corrientes vanguardistas del siglo XX.

Matisse tuvo en común con la familia de Pennac, sus estancias en Marruecos y en Niza. Era amigo de la familia de Pennac. Los temas de sus pinturas planas, los colores, podrían ser los descriptores del pintor en cuya casa parece que vivió su hermano.

Pero también en la zona está el castillo de Vauvenargues, comprado por Picasso a la edad de 80 años.

La segunda puntualización es el tema de la soledad, la incomunicación personal que recorre este meta-texto. Una incomunicación paradójica pues ¿qué es el libro sino un grito en el silencio de la soledad?

Pennac ha querido incluir un trozo de una canción de Boby Lapointe en Mi hermano. Una forma de recordar el desarraigo afectivo en el que vivió Bernard.

“Hola, Irma

¿Vienes al cine?

No.

Mi hermano no me dijo nada de ese mal de amores.” (pág. 23)

 

  • Herman Melville (NY1819-1891) publicó Bertleby, el escribiente, en 1855

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