El violín negro

Venecia está invadida por las tropas de Napoleón. El protagonista de este libro Johanes Karelsky, violinista cuyo talento ha causado admiración desde su infancia, enrolado en la armada francesa y herido en combate, encuentra albergue en casa de un enigmático luthier. Ambos viven bajo el mismo techo sin saber nada de la vida del otro, pero llega el momento en que la relación da un giro radical y se convierte en una complicidad que se transformará rápidamente en una firme amistad.
En ambos aparecen elementos comunes: una voz femenina que les lleva a una búsqueda de una forma de música excepcional. Pero ¿de dónde arranca esa voz? Ambos sueñan con llegar a reflejar esa voz por medio de un violín. En el caso del luthier elaborando el instrumento en donde tal voz se refleja con toda exactitud, el violinista queriendo componer las mismas notas que entona semejante voz por medio de una ópera que comienza y que no finaliza hasta pasados muchos años. Y la simple evocación de una voz femenina los arrastrará a territorios insospechados para ellos, uniéndolos hasta la muerte. El violín negro, la dolorosa obra maestra del luthier, ¿será en definitiva el instrumento de su pérdida o el de su redención? Dos genialidades unidas por el enloquecedor mundo de la música que les atrapa hasta el final de sus vidas.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2002 Anagrama
133

Título original:Le violon noir. Traducción de Javier Albiñana.

Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.666668
Average: 3.7 (3 votes)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

3 valoraciones

Género: 

Comentarios

Imagen de Rubito

Se trata, pues, de otro cuento leve, que hace del laconismo y la frase de resonancias oníricas y líricas el emotivo cauce literario para acercarse a los motivos que están más allá de la realidad de la vida, pero que de alguna manera forman parte de ella como símbolos de lo ideal. ( de Ángel García Prieto )

Imagen de Porto

El libro describe lo que puede llegar a significar la música para el hombre. He aquí como Maxence Fermine presenta a uno de los protagonistas: "Por una curiosa inclinación que rayaba a veces en la locura, Johannes Karelsky nunca tuvo otra meta en la existencia que transformar su vida en música. En otras palabras, su vida era una partitura inacabada que él descifraba a diario… Se sabía que era músico. En realidad era algo más que eso. Johannes Karelsky era un genio de excelsitud casi divina. Deseaba secretamente componer una ópera tan sublime que, a través de ella, el compositor se dirigiría al cielo y hablaría con Dios" (pp. 11s).
La pasión por la música de los dos protagonistas es casi absoluta. Confiesa Erasmus: "Mi auténtica patria es la música. Lo demás me importa poco… Por una curiosa inclinación que rayaba a veces en la locura, nunca tuve otra meta en la existencia que transformar la música en vida" (pp.45 y 73).
Al describir el lugar donde vivía Erasmus, Maxence Fermine introduce decididamente en el misterio de su relato: "Erasmus se preciaba de poseer tres cosas excepcionales: un violín negro, de sonido extraño, un tablero de ajedrez al que calificaba de mágico y un singular aguardiente. Contaba además el anciano con tres excepcionales dotes: era sin discusión el mejor luthier de Venecia, no perdía nunca al ajedrez y era el que destilaba el más singular aguardiente de Italia. A tal efecto, había instalado un alambique en una antesala de su taller. Por las mañanas, restauraba o construía violines, por las tardes destilaba, y por las noches jugaba al ajedrez entregado a la embriaguez que le producían sus tres pasiones. Nunca se le había sorprendido en estado de sobriedad. Erasmus estaba siempre embriagado, ya fuese de música, de bebida o de juego" (pp.48s). A lo largo del libro se desgrana una desasosegante relación, sobre todo, entre el violín negro, la voz de una mujer y el ajedrez.
En efecto, Karelsky, herido gravemente en una batalla, ve acercarse a una inquietante amazona que canta con una voz que no puede olvidar y que le recuerda la de un violín.
Por su parte Erasmus también había oído aquella voz: "En realidad, esa música perfecta era una voz humana. La voz de una mujer. Una mujer a la que conocía mejor que a mí mismo. Una voz que conocía mejor que mi propia voz. Sin embargo, para mi desdicha, esa voz sólo la había oído en sueños" (p.75).
Pero, a diferencia de Karelsky, Erasmus sí encuentra y conoce a la propietaria de aquella voz, e incluso la oye cantar: "Al final del aria, subió tan alto, mantuvo la nota tanto tiempo, que se me heló la sangre" (p. 107). Es a partir de aquí cuando se produce la sorprendente y trágica relación entre la voz y el violín negro.
"El violín negro" quizá debía haber terminado pocos renglones después de la página 121. El resto desmerece. En resumen, el libro se lee de un tirón y le queda al lector un disfrute literario enriquecedor.

Imagen de rocio meca

Esta novela se caracteriza por tener un lenguaje sobrio y poético, sencillo y profundo. En ella se narra una historia que a los apasionados de la música embauca desde el principio. Es un relato breve y sensible dirigido a ensalzar el valor y el sentido que llega a tener la música en la vida de los que la construyen y la crean.