Un día de placer

Relatos de infancia del escritor Isaac Bashevis Singer, a principios del siglo XX. El libro lleva como subtítulo: "Relatos de un niño que se crió en Varsovia". Sus protagonistas son Isaac y sus amigos; Joshua, su hermano mayor; el rabino Pinchos Menachem Singer, padre de ambos; su madre Bathseba y los vecinos del barrio judío de Varsovia, en la calle Krochmalna. "Un día de placer" es el título de uno de esos relatos. Por esta obra, publicada en 1973, su autor recibió el Premio Nacional del Libro en los EE.UU.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1979 Bruguera
264

Edición en el Club Joven Bruguera en 1981.

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Deliciosas historias de la infancia del Premio Nobel de Literatura de 1978, Isaac Bashevis Singer. Nacido en 1904, tres años más tarde la familia se trasladó a Varsovia. Se instalaron en la calle Krochmalna. Además de su atractivo literario, en los relatos de Singer aparecen las semillas de lo que iba a ser el siglo XX: Polonia ocupada y dividida; las potencias europeas enfrentadas; la aparición en el ambiente judío del socialismo y el sionismo, que tanto arraigo alcanzarían entre los jóvenes askenazis, y, en sentido contrario, la emigración hacia Occidente: primero a Varsovia y después a los Estados Unidos, verdadera tierra prometida para los judíos. El enfrentamiento entre las tradiciones y la modernidad está representado por el rabino y su hijo mayor Joshua. Sobre sus duelos dialécticos en la cocina afirma Isaac: "Pese a que en años posteriores leí gran cantidad de obras de filosofía, jamás encontré argumentaciones más convincentes que las esgrimidas en la cocina de mi casa". Cuando durante la Primera Guerra Mundial los alimentos escasean, el Rabino suspira y se sumerge en la lectura de sus libros, alimento del espíritu. También el pequeño Isaac cavila y se considera a sí mismo un filósofo precoz. Cuando en la buhardilla de la casa –donde han sido relegadas por el rabino- lee las obras de Spinoza, cree encontrar en ellas la respuesta para algunos de sus problemas metafísicos, pero sus compañeros de juegos no parecen apreciarlo. Un día le interpela un hombre del barrio: "¿Qué te pasa chico? ¿Por qué piensas tanto?". Si el judaísmo proporcionó a Isaac el ansia de saber y Polonia la fantasía, América le daría la tranquilidad para escribir, convirtiendo así al pequeño aspirante de rabino en Premio Nobel de Literatura.