La pequeña Dorrit
La pequeña Dorrit (así la llaman quienes más la quieren) no lo es precisamente de alma. Quienes se cruzan con ella no quedan indiferentes. En torno a ella una serie de personajes buscan la felicidad en un Londres multiforme, de contrastes, donde la pobreza y la riqueza, la belleza y la fealdad, el amor y el odio se dan la mano. Sólo ella atravesará los sucesos más terribles in sucumbir a las pasiones que destruirán a otros.
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Junto con Casa desolada es de lo mejor que he leído de Dickens. Amy Dorrit es una heroína entrañable, de la que es imposible no enamorarse. El relato -que no se hace largo a pesar de su obvia longitud- combina bien las descripciones de ambientes, los retratos, la peripecia, la intriga. Es una novela genuinamente dickensiana, que no defraudará a sus partidarios y que no presenta las limitaciones de otras novelas menos logradas. Los personajes son entrañables y, a pesar de la fuerza de los tintes emotivos, verosímiles. Las situaciones, aunque rayen lo increíble, caen dentro de la coherencia y la justicia poéticas. Una delicia de novela...