La marca del meridiano

En una sociedad envilecida por el dinero sucio y la explotación de las personas, todavía el amor puede ablandar a las fieras. Un guardia civil retirado aparece colgado de un puente, asesinado de manera humillante. A partir de ese momento, la investigación que ha de llevar a cabo su viejo amigo y discípulo, el brigada Bevilacqua, abrirá la caja de Pandora: corrupción policial, delincuentes sin escrúpulos y un hombre quijotesco que buscará en el deber y el amor imposible la redención de una vida fracturada. Ambientada en la Cataluña actual, esta absorbente novela policíaca de Lorenzo Silva, maestro indiscutible del género, se adentra más allá de los hechos y presenta un sólido retrato del ser humano ante la duda moral, el combate interior y las decisiones equivocadas.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2012 Planeta
400
2012 Planeta
400
9788408031239

Premio Planeta

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Imagen de Ran

Como ya nos tienen acostumbrados, Lorenzo Silva, no defrauda. Pone en nuestras manos un relato ágil, pulido, acabado, lleno de emoción e intriga y, como ya es tradicional en él, salpicado de valores y elementos positivos, que dan al relato profundidad, peso y sentido.
En esta novela se adentra en el interior de sus personajes, con una radiografía psicológica diáfana, que aún siendo de carne y hueso, sujetos a errores, salen fortalecidos por el carácter positivo y límpido de la narración.

Imagen de Azafrán

El brigada Bevilacqua con la ayuda de su equipo, la sargento Chamorro y el guardia Arnau, llevan las investigaciones tendentes a esclarecer los sucesos conducentes al sádico linchamiento del subteniente Robles quien en el pasado había sido instructor del propio Bevilacqua. El cadáver apareció colgado de un puente en una zona equidistante de las capitales de tres autonomías españolas, en Logroño. Este asesinato moviliza a la policía de las tres comunidades y obligará a Bevilacqua a trasladarse a Barcelona para continuar la investigación.
El desierto de Los Monegros, en Aragón, es la zona de acceso a Cataluña que el equipo de investigadores de la Guardia Civil atravesará. Sobre la propia autovía está señalado el Meridiano de Greenwich con un arco que se ve desde la lejanía.
Este arco bajo el cual se cambia de meridiano es el símbolo que Lorenzo Silva utiliza para concretar la línea divisoria entre una conducta moral adecuada en el ejercicio policial y la corrupción entendida como cambio de prioridades, comportamiento del policía que busca su provecho material anteponiéndolo al juramento de trabajar al servicio de la sociedad.
Tras el asesinato del subteniente Robles, la investigación les conduce al descubrimiento de una trama de policías, guardias civiles de aduana, que aceptaban sobornos y permitían el tráfico de estupefacientes y la esclavitud sexual de jóvenes españolas y extranjeras.
La novela mantiene la atención del lector en la búsqueda del culpable del linchamiento y en el intento de descubrir cuál había sido el desliz moral que le había implicado en ese lúgubre mundo.
El lector asiste a la contrita confesión de algún hecho un tanto tortuoso del que el propio Bevilacqua había sido testigo y copartícipe. En sus primeros días de guardia civil al mando del subteniente Robles, se benefició de alguna comida gratuita y de alguna bebida. Su subteniente, además, de las atenciones de alguna prostituta de la cadena para la que trabajaba. Hasta que ocurrió que un chulo con más droga de la que la razón puede controlar golpeó hasta asesinar a una de las prostitutas jóvenes de la que disfrutaba. El chulo pagó con quince años su culpa pero a la salida buscó al subteniente que lo detuvo, a Robles, a quien asesinó con la ayuda de dos marroquís que había conocido en prisión.
El subteniente Robles, que ya entonces se veía que tomaba una postura desviada en su trabajo, aconsejó a Bevilacqua un cambio de destino pues era muy joven y, con el tiempo, podía verse implicado en la corrupción policial.
Fue entonces cuando se trasladó a Madrid, donde desarrolló su labor investigadora y trató de olvidar aquel episodio de su vida.
Lo que el autor plantea en el fondo de esta historia es la lucha que los policías, la guarda civil o el ejército, sostienen en su vida individual. No sólo luchan contra el crimen, el robo, etc. También luchan en su interior y tratan de vencer sus concupiscencias, sus apetencias de una vida más fácil, de comodidades, de placeres. Las mismas tentaciones que debe superar el resto de los ciudadanos. Y tienen que enfrentarse a aquellos que tratan de explotar esas apetencias y hacer negocios ilícitos con ellas. Ilícitos porque con esas actividades se saltan el respeto al ser humano, a quien esclavizan como parte de ese “servicio al placer” que ofrecen.
¿Dónde está el límite que cada uno debe respetar? ¿Cuál es la marca del meridiano que no se debe traspasar? ¿Quién ha establecido esa marca? Y la última pregunta, la que deja en el aire con una insinuación, ¿quién tiene derecho a decidir dónde se coloca el límite?
“(…), se me antojó una imagen simbólica. Ahí estaba, la raya que separaba el este del oeste, Barcelona de Madrid, mi ayer de mi presente y de mi futuro. Después de todo, aquella divisoria trazada sobre el globo terráqueo no era más que una convención, decidida hacía mucho tiempo por gente que ya había muerto. Como las leyes, como la moral que separa a los malos de los buenos, o a un hombre de convertirse en una especie de enterrador de sí mismo y de todo lo que un día creyó que podría ganarle a la vida.” Pág. 399
Se trata de una novela que puede llevar al lector a plantearse sobre la licitud de la propia ley. En una sociedad democrática la licitud viene decidida por el voto de la mayoría con lo que eso implica de injusticia ante una manipulación de la opinión pública: hechos reales y que pueden desgraciadamente constatarse en la historia.
Lorenzo Silva no señala a la respuesta; ni tan siquiera llega a formular la pregunta. Es una cuestión clave a la que la sociedad actual intenta eludir. Pero siempre quedará ahí, en el aire, bien visible, la marca del meridiano. La necesidad de establecer un límite, que cuanto más se aproxime al derecho natural más próximo estará del apelativo “justicia”.
En el trasfondo de la historia, la propia historia de España, con sus planteamientos autonómicos y sus problemas terroristas. Y su situación de crisis económica y desprestigio internacional. Crisis moral.Todo pasa.

Imagen de Guillermo

La trama es ágil y engancha. Es llamativo el sentido del deber y de lealtad del Brigada Vila hacia la institución de la Guardia Civil. También su fina ironía al tratar con sus superiores jerárquicos. Interesantes sus disiquisiciones internas sobre el riesgo de dejarse caer por la resbaladiza pendiente de la corrupción si no se tienen asideros sólidos.