Con todos los alicientes de la novela policíaca -intriga, acción, sorpresa permanente-, esta novela de Eduardo Mendoza, recrea la tensión revolucionaria de Barcelona en el período 1917-1919, cuando la capital catalana fue escenario de choques violentos entre obreros y patronos, al socaire de la Primera Guerra Mundial y de sus consecuencias. La ciudad, verdadera protagonista de la obra, rememorada nostálgicamente por Mendoza, se nos presenta como un conglomerado, aparentemente absurdo, de fiestas sociales, vida nocturna y ambientes tabernarios, de bombas y flores, asesinatos y amoríos, locura y aceptación, poblada por individuos que reúnen la más compleja humanidad y el aire de muñecos y caricaturas: un periodista entregado al ideal, un francés aventurero, una gitana desconcertante, un guardaespaldas misógino, un comisario testarudo, un mendigo visionario...
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Esta novela tiene como
Esta novela tiene como escenario Barcelona entre los años 1917 y 1919, los enfrentamientos laborales que se vivieron en la ciudad en esas fechas y el anarquismo como fenómeno político. Gran parte de su atractivo reside en los personajes secundarios, perdedores como el periodista Pajarito de Soto o el confidente Nemesio Cabra. El mismo protagonista, Javier Arribas, es un infeliz, engañado y engañoso, y el lector no descubrirá hasta el final su valor simbólico de persona honrada que tiene que abandonar la Ciudad. De la misma manera no se revelará hasta el fin que el paisaje social de la novela -la famosa burguesía catalana- esté formada por algo distinto que por honrados comerciantes.
Introduce la edición una Nota del Autor en la que Mendoza explica la génesis de su obra y cómo los retrasos le permitieron modificar su estructura, "que queriendo ser intrincada había resultado simplemente caótica". Y es que la principal aportación de esta novela es su estructura en forma de cuadros de realidad, salteados en el tiempo, que no encajarán entre si hasta la última página. El autor lo denomina un "mosaico" y, al parecer, es su aportación a la novelística contemporánea. Si la obra adoptara la forma de un relato lineal el argumento sería vulgar, las exigencias de los personajes mayores y menor su credibilidad. Seamos sinceros, si la estructura de la novela fuera lineal es posible que ni siquiera hubiera podido publicarse en aquellos momentos; ahora bien una novela que comenzaba en Nueva York, tenía un cierto aura de respetabilidad. El mismo género hubiera resultado dudoso, ¿novela histórica? ¿policíaca? ¿costumbrista? ¿política? De todo esto tiene, pero el autor la considera una fábula. Una fábula tan trasparente, que casi no merece ese nombre. Sustituya el lector los nombres de Savolta por Pujol, Lepprince por Urdangarín, Alfonso XIII por Juan Carlos I y el comisario Vázquez por el Ministro del Interior Fernandez, y tendrá hecha la trasposición de la fábula a nuestros días. No; "La verdad sobre el caso Savolta" es, sobre todo, un dramón terrible con destellos de humor que lo salvan.
Y de Barcelona ¿qué diremos? Vayamos nuevamente a Mendoza y a la Nota citada que comienza así: "Nací, crecí y me eduqué en un país caracterizado por la paz [después se hablaría del oasis catalán], el orden y la garantía de que casi todo lo que podía suceder era previsible. Desde luego todos sabíamos que esta placidez descansaba sobre una violencia inaudita, cuyos orígenes eran complejos y se remontaban a un largo pasado". El autor abre su novela con una cita de Cervantes que, cuatro siglos antes, hacía decir a Don Quijote: "Estos pies y piernas (...) son de algunos forajidos y bandoleros que en estos árboles están ahorcados; que por aquí los suele ahorcar la justicia cuando los agarra, de veinte en veinte y de treinta en treinta; por donde me doy a entender que debo estar cerca de Barcelona" (IIª parte, cap.60). Es el mismo Cervantes que unos capítulos más adelante dirá de la Ciudad que es "archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos, correspondencia grata de firmes amistades y en su naturaleza y belleza, única" (IIª parte, cap.75). Quizá le faltó añadir "y tierra de violentas contradicciones" (y subrayo violentas). Probablemente sea esta la conclusión de la fábula a la que se refería el autor.
La historia del asesinato del industrial catalán Savolta, traficante de armas durante la primera guerra mundial, escrita en clave de novela negra, revela un corrosivo análisis de la realidad económica, política y social de una Barcelona en la que conviven una burguesía reaccionaria, otra liberal y un potente movimiento obrero y anarquista.