Jardín de invierno

URSS, 1941. Leningrado es una ciudad sitiada, aislada de toda posibilidad de ayuda por la guerra y la nieve que entierra los edificios con su blancura. Pero en Leningrado también hay mujeres sumidas en la desesperación, capaces de cualquier cosa para salvar a sus hijos y a sí mismas de un final trágico.

Estados Unidos, 2000. La pérdida y los años han causado estragos en Anya Whitson. Finalmente ha conseguido contactar con sus hijas, Nina y Meredith. Y con una voz vacilante e insegura, empieza a entretejer la historia de una bella y joven rusa que vivió en Leningrado hace mucho tiempo...

En una cruzada en busca de la verdad oculta tras la historia, las dos hermanas se enfrentarán a un secreto que hará tambalear los cimientos de su familia y cambiará para siempre la imagen de quiénes creían ser.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2017 Debolsillo
464
978-84-663-3845
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La autora vuelve a emplear el recurso de dos hermanas de carácter y modo de vivir diverso y algo contrapuesto que utilizó en su anterior novela, El Ruiseñor, solo que aquí la auténtica protagonista es la madre de ellas. Arranca la historia en Estados Unidos con la descripción de una familia normal en la que el padre hace de catalizador de todos, optimista y soñador que sabe dar lo que cada uno necesita. La madre es rusa, amante de su marido aunque muy fría y aparentemente despegada con sus dos hijas, una casada con dos hijas mayores y otra fotógrafa reportera que recorre el mundo. A lo largo de la narración, tras el fallecimiento del padre, la madre se ve obligada a narrar a sus hijas un cuento que les contaba de pequeñas y que tendrá una gran trascendencia en sus vidas. Es una historia romántica, de dolor, de perdón, de comprensión y padecimientos. Es una pena que la autora acuda en pocas y breves ocasiones al recurso erótico, que no aporta, y que lo considere algo positivo y deseable. Es revelador el asedio que hubo en Leningrado durante la segunda guerra mundial.