La ciudad de la niebla

Esta novela es continuación de "La dama errante", publicada en 1908.

El doctor Aracil y su hija María llegan a Londres. Vienen de España donde la policía relaciona a Aracil con un atentado anarquista. Él continúa su viaje hacia América, pero María se queda en Londres donde trabaja y se pone en contacto con diversos personajes. Después de varias vicisitudes le invade la tristeza. Tiene dos posibilidades: continuar luchando sola en Londres o volver a España donde su primo Venancio quiere desposarla. María no ama a su primo, pero tampoco se encuentra con fuerzas para seguir sola y decide volver a España.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1993 Bruño
256
84.216.18.554

Publicación original en 1909.

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Es probable que este libro obedezca a un viaje de Baroja a Londres, ya que lo mejor de él son las descripciones que hace de la ciudad. En algún momento la pintura que hace el autor de la niebla y la humedad londinense llega a ser asfixiante.

El autor continúa con sus obsesiones nihilistas. Leemos: "El cielo está negro, el sol ha muerto, las estrellas se han apagado; no nos quedará más que el vivir, el inútil funcionamiento de nuestros órganos (...) Veremos que la humanidad es una cosa inútil, un juego incomprensible la vida, un resplandor que comenzó en un gorila y acabará extinguiéndose en el vacío ..." (pág.242). Es un pensamiento tóxico y una declaración moral. El que lo asume no puede tener la más mínima ilusión por vivir, ni por hacer algo bueno para sí mismo o para los demás.

En la novela el grupo anarquista fantasea con la posibilidad de volar el Banco de Inglaterra. Para ellos el comercio es un ídolo y el dinero algo ponzoñoso: "Mientras no se suprima el dinero no habrá paz en el mudo" -afirma Iturrioz (pág.174). Se trata del típico idealismo decimonónico, ya que lo que hace daño no es el dinero, un instrumento de cambio insustituíble, sino el egoísmo de los hombres que se niegan a hacer buen uso de él.

También encontramos expresiones antisemitas y otras en las que se vitupera a España. La mujer en España nunca será libre -le dice Iturrioz a su sobrina-, por eso le aconseja que se someta y contraiga matrimonio con su primo como un mal menor. Tampoco el carácter de los ingleses parece entusiasmar al doctor Aracil, que regresa de América echando pestes de la gente de allí.

Como novela carece casi de argumento. Lo mejor, como ya se ha dicho, son algunas descripciones de Londres a comienzos del siglo XX.