El gato que hablaba sin querer

Un buen día, Gaspard, el gato de Thomas, descubre de pronto que puede hablar. En prosa y también en verso. Cuando quiere, y a veces cuando sería mejor que se mordiera la lengua, porque se le escapan cosas que sería mucho mejor callarse. Esta es la historia absolutamente cierta de este gato parlanchín y de su mejor amigo, un muchacho que tiene que ingeniárselas para que nadie descubra las extraordinarias habilidades de su gato. Al fin y al cabo, como todo el mundo sabe, ningún gato del mundo quiere hacerse famoso, porque... ¡se está tan bien al sol sin hacer nada!

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2017 Ediciones Invisibles
72
978-84-947070

Traducción de Isabel Llasat

Ilustraciones de Pere Virgili

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Relato infantil de fantasía sobre las altas capacidades y el uso que se puede hacer de ellas. Tal y como indica el título, el protagonista es un gato muy especial. Su nombre es Gaspard, un gato gris cartujo, descendiente de una familia de abolengo de origen escocés, los Duques de Garth. En la actualidad, vive en la casa de Thomas, su mejor amigo, y lleva una existencia muy placentera. Hasta que un día, tras comer unas hierbas del jardín, descubre que tiene la facultad de hablar: al principio, esta cualidad le produce satisfacción, orgullo; pero luego se da cuenta de que probablemente ya no tendrá la misma tranquilidad en su vida.

De forma general, Gaspard se plantea que nunca ha querido ser un gato de competición, ni recibir reconocimientos públicos; tampoco ha soñado con ser rico y poderoso. Pero ahora sabe hablar (en prosa y en verso) y se ha convertido en un ser extraordinario: “Eres un caso excepcional. Conocerás la gloria y la fortuna… Podrás servir a la ciencia”  (p. 21). Sin embargo, Gaspard sabe que todo en la vida tiene su reverso: si se descubre su cualidad, tendrá que pasar por interrogatorios, pruebas, análisis, quizá tendrá que dar ruedas de prensa, conferencias y asistir a grandes eventos. Además a él le gustaría ser sincero y decir cosas útiles, pero reconoce que no siempre se puede decir la verdad a todo el mundo.

Con un estilo divertido y lleno de buen humor, el autor reflexiona sobre temas muy interesantes para darles una solución personal: “Ni los regalos más bonitos del mundo valen tanto como un amigo fiel”. Además la obra se completa con las ilustraciones en blanco y negro de Pere Virgili, y con un caligrama al inicio del relato que representa la silueta del gato Gaspard: en él, el autor hace una síntesis del argumento y escribe una dedicatoria de agradecimiento a todos sus personajes que tan bien le han inspirado.