En la brecha

Publicado en 1956, el volumen reúne tres ensayos que llevan los siguientes títulos: Explicación del combate intelectual, Las cuestiones permanentes, y Caminos del porvenir; es decir, pasado, presente y futuro de España.

El autor afirma en la Nota preliminar que el año 1955 había sido "palenque de un hondo combate intelectual... entre amigos". Dos maneras contrapuestas de concebir el pasado y el futuro de España, pero "ambas con la voluntad de basarse en un entendimiento católico de la existencia". A continuación el autor va a tratar sobre la monarquía, la democracia, la unidad religiosa y la participación de los católicos en la vida pública. Pérez Embid se ciñe a la doctrina política oficial del régimen.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1956 Ediciones Rialp, S.A.
192
B00B0UKE6K

Biblioteca del Pensamiento Actual.

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En Explicación del combate intelectual el autor explica que, terminada la Guerra Civil, había permanecido en el ambiente la confrontación de las ideas. Recuerda las causas que dieron lugar a la contienda: La injusticia social, el caos parlamentario y de los partidos políticos, la ruptura de la unidad religiosa, la lucha cultural de las dos Españas..., y añade que algunas de esas causas seguían presentes y activas (pág.49). Pérez Embid habla de una concepción cristiana de la vida y de otra contraria al cristianismo (pág.51). De algún modo llega a mezclar religión y política -el nacional catolicismo-, que luego sería desautorizado por el Concilio Vaticano II.

El segundo ensayo, Las cuestiones permanentes, resultará chocante para el lector por su afan de desacreditar la democracia parlamentaria. Extrañan expresiones como "el masificador igualitarismo democrático", o la afirmación de que el único sistema congruente con la realidad profunda de España es "un sistema monárquico, autoritario y representativo... al servicio del bien común" (pág.111). En realidad está describiendo lo que se calificaría como una monarquía fascista o el retrato, a muchos siglos de distancia, del rey Fernando el Católico o de Felipe II. El autor observa que "la vida contemporánea tiene todo el agrado y las ventajas del dominio de la materia y todos los inconvenientes espirituales y psicológicos de una existencia deshumanizada" (pág.101); una afirmación, que ha ido haciéndose más real a medida que han transcurrido los años, pero que nos cuesta aplicarla a la España de los años cincuenta.

En Los caminos del porvenir Pérez Embid trata sobre la participación de los católicos en la vida pública. Siguiendo al obispo fray José López Ortiz describe al católico progresista como aquel que se muestra entusiasmado con los partidos de izquierdas, encuentra valores en cualquier pensamiento acatólico, lleva con impaciencia las intervenciones de la Jerarquía, abomina del pensamiento escolástico y se expresa con frivolidad y falta de proporción (págs.134-135). Nuevamente se levanta el autor contra la organización democrática: "Hoy -afirma- nadie está dispuesto a jugarse su futuro por la retórica vacía del sufragio universal" (pág.153), y también que "la democracia inorgánica [liberal], en sí misma, es corruptora y además está corrompida" (pág.153).

Por el contrario acierta al afirmar que los católicos tienen la obligación de interesarse por la cosa pública (págs.147-148), para lo cual deberán procurarse una sólida formación católica. Frente al relativismo señala la necesidad de alcanzar certezas (pág.145), aunque admite que existen cuestiones opinables sobre las que no es legítimo pedir uniformidad de pensamiento (pág.149). No cabe -añade- identificar el catolicismo con un determinado partido político (pág.150). Cita al profesor vienés Friedrich Heer cuando dice que la educación para la democracia deberá dirigirse hacia la necesidad de convivencia (pág.166), y que "el adversario político es también un compañero y no se debe intentar aniquilarlo"; una recomendación válida tanto entonces como en la actualidad. Solicita igualmente no pelear por palabras, etiquetas o bizantinismos, sino desarrollar una política de resolución de problemas reales (págs.178-179). Termina señalando como problema más urgente a superar -con obras, no con palabras- la distancia y hostilidad entre ricos y pobres (pág.180).

En resumen, se trata de un libro lastrado por el momento histórico en el que fue escrito, pero que tiene el valor de abordar las obligaciones de los católicos en la vida pública.