En las manos de Dios

«Estas páginas no pretenden, en modo alguno, ser ni un estudio, ni siquiera un análisis teológico de la vida interior de Josemaría Escrivá en los últimos momentos de su vida en la tierra. Son, sencillamente, reflexiones muy personales que me siento urgido a hacer, en acción de gracias al Señor por haber permitido que yo pasara muchos años tan cerca de un hombre que ha vivido enteramente en las manos de Dios.

No diría toda la verdad si no reconociera que en el trato personal que he vivido con Josemaría Escrivá, siempre he recibido un aliento, un empuje para abrir más mi cabeza y mi corazón a la luz de Dios. Con toda sencillez puedo afirmar que Josemaría Escrivá siempre me ha acercado a Dios, al amor de Dios hecho carne en Cristo Nuestro Señor».

Con estas palabras Ernesto Juliá nos explica la intención de este libro, muy centrado en la última meditación del fundador del Opus Dei, el 27 de marzo de 1975. Según recuerdan los que estuvieron presentes, san Josemaría hablaba con especial emoción, de modo que podría ser calificada no como una meditación predicada sino como una oración dirigida directamente a Dios y pronunciada en voz alta.

Texto y ambientación de la última meditación predicada por san Josemaría.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2020 Ediciones Cristiandad
193
9788470576690

Subtítulo: Última meditación de Josemaría Escrivá

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Don Ernesto Juliá había trabajado durante largos años en la Secretaría General del Opus Dei, muy cerca del fundador de la Obra. En este libro evoca los últimos cinco años en la vida del Siervo de Dios, sus enseñanzas, sufrimientos y preparación para su muerte, que tuvo lugar el 26 de junio de 1975.

Dos son los motivos que conmueven a Escrivá en esos años: La situación de la Iglesia y la aprobación definitiva del Opus Dei por la Santa Sede. Escribe el autor, que en 1970 "parecía que los caminos de la Santa Sede para un reconocimiento adecuado y definitivo del espíritu y la labor del Opus Dei se volvían a cerrar" (pág.168). Por lo que hace a la situación de la Iglesia, Juliá habla de "desconcierto doctrinal, desorientación litúrgica, espiritual, desconfianza en la autoridad... que tiene una clara repercusión en la fe y en la vida moral de muchos sacerdotes y del pueblo fiel" (pág.58).También se refiere a "la debilidad doctrinal asentada en el ámbito teológico de algunas universidades pontificias, en Roma y fuera de Roma", así como "la debilidad de la autoridad eclesiástica a la hora de corregir esas desviaciones" (pág.132). 

Según relata Juliá, ante estos hechos el fundador de la Obra recibe -como mínimo- dos locuciones divinas que le confortan. El 8 de mayo de 1970 escucha en su interior la frase del apostol San Pablo a los Romanos: "Si Deus nobiscum, quis contra nos?" (Rom.8,31). El 6 de agosto es una cita del profeta Isaías: "Clama, ne cesses!" (Is. 58,1), Pideme que te escucho. El Siervo de Dios acude en peregrinación a santuarios marianos en Europa y America para poner a los piés de la Virgen sus preocupaciones. En 1970 viaja a México donde reza ante la Virgen de Guadalupe: "Señora nuestra, te traigo espinas, las que llevo en el corazón; pero por Ti se convertirán en rosas" (pág.171).

En el periodo que va desde 1970 hasta el mismo año de su muerte, en 1975, el fundador de la Obra viaja por España, Portugal y América para confirmar a sus hijos en la fe, en el espíritu de la Obra y el apostolado. Les dirige tres cartas, tres campanadas, para que no se descuiden ante la situación de la Iglesia y del mundo. Les pide que se dirijan confiadamente al Corazón Misericordioso de Jesús y a su Madre Santísima, trono de la gracia y de la gloria.

Afirma el autor en la Introducción, que Josemaría Escrivá sufrió un colapso grave en octubre de 1974, que había vivido momentos muy cercanos a la muerte y era consciente de que Dios podía llamarle en cualquier momento (págs.22-23). Don Ernesto Juliá manifiesta su convencimiento de que desde ese momento, aunque sin decirlo con total claridad, el Siervo de Dios se estaba despidiendo de sus hijos. El 27 de marzo de 1975, víspera del 50 aniversario de su ordenación sacerdotal y faltando menos de tres meses para su fallecimiento, pronuncia su última meditación en el Oratorio del Consejo General de la Obra. "Doy gracias al Señor -escribe Juliá- por haber vivido aquellos momentos a apenas cuatro metros de distancia de su persona" (pág.29).

Allí -siempre según el autor- San Josemaría toca cuatro puntos: "- Una petición: ¡Auméntanos la fe!" -Un reconocimiento: Acción de gracias. - Un objetivo: Preparar a sus hijos a la Fidelidad. - Una meta: La unión definitiva con Dios" (pág.30). Según el autor, el Siervo de Dios había aceptado que la solución jurídica definitiva para el Opus Dei no se iba a alcanzar en vida de él, y su preocupación ahora es que los que vengan detrás no se aparten de aquello que Dios le había hecho ver, en aquel ya lejano 2 de octubre de 1928. "Ya no os podéis equivocar -dirá-, (...), a no ser que seais unos malvados" (pág.55). Efectivamente, la solución jurídica definitiva para la Prelatura del Opus Dei no se obtuvo hasta el 28 de noviembre de 1982, bajo el pontificado de S.S. Juan Pablo II.

No debemos pensar que la meditación de 27 de marzo de 1975, recogida en este volumen como Apéndice II, suponga una síntesis del pensamiento del fundador de la Obra. Sus enseñanzas y espiritualidad las encontramos a lo largo de toda su vida, pero, de forma más íntima y cercana, en las homilías, tertulias, cartas y publicaciones de los últimos cinco años de los que nos habla el autor.

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Se trata de una biografía interior de san Josemaría Escrivá presentada por quien ha trabajado cerca de veinte años junto al fundador del Opus Dei en la secretaría general de esta realidad eclesial. El subtítulo señala que estas reflexiones se enhebran sobre la última meditación del santo en la Sede Central de Roma.

Son muchos años de vivencia y otros muchos de reflexión personal mostrada también en pláticas, charlas y bastantes escritos, es decir, es un libro meditado y madurado a lo largo de décadas. No es una biografía sino un acercarse a la dimensión interior de san Josemaría y en esto complementa otros escritos sobre el fundador, tan abundantes y acertados. Sin embargo el autor intenta acercarse a la vida interior de Escrivá a sabiendas de que sólo Dios sabe de esa intimidad.

Los capítulos indican este propósito en forma de una petición del santo (Auméntanos la fe), un reconocimiento (Acciones de gracias), un objetivo (Preparar a sus hijos a la fidelidad), una meta (La unión definitiva con Dios). Añade una valiosa Reflexión final y dos apéndices: ¿Fue así san Josemaría Escrivá?, y La última meditación el 27 de marzo de 1975.

Quienes han conocido al Fundador pueden corroborar sus vivencias y profundizar a la vez en el cómo y porqué de su alto grado de santidad y de eficacia evangelizadora y apostólica. Quienes no le han conocido podrán captar algo de la riqueza interior de Escrivá y de su docilidad a las gracias del Espíritu Santo. Quienes no le conocen pueden descubrir en qué consiste la santidad en la vida ordinaria con el espíritu del Opus Dei, así como la correspondencia a la gracia de Dios con capacidad para transformar el mundo con la audacia de los hijos de Dios. Algo que depende de la unión con Jesucristo en su Iglesia y de entregar la vida en servicio a todos los hombres.

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Textro y comentarios acerca de la última meditación de san Josemaría. Leer artículo >>