La vida juega conmigo

“Tuvya Bruk fue mi abuelo. Vera es mi abuela. Rafael, Rafi, Erre, es, como se sabe, mi padre, y Nina… Nina no está aquí. No está, Nina. Pero esa fue siempre su exclusivísima aportación a la familia”, anota Guili, la narradora de La vida juega conmigo, en su cuaderno.

Con motivo de la fiesta del noventa cumpleaños de Vera, Nina regresa. En esta ocasión Nina no va a huir, quiere que su madre le cuente al fin qué sucedió en Yugoslavia durante la primera parte de su vida. Entonces Vera era una joven judía croata perdidamente enamorada del hijo de unos campesinos serbios sin tierras, Milosh, encarcelado bajo la acusación de ser un espía estalinista. ¿Por qué Vera fue deportada al campo de reeducación de la isla de Goli Otok y ella tuvo que quedarse sola cuando tenía seis años?

 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2021 Lumen
331
97884264-0751-1

Traducción del hebreo de Ana María Bejarano

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Imagen de enc

Al terminar un libro es forzoso preguntarse qué impresión he obtenido de su lectura, qué me ha enseñado. La vida juega conmigo es una obra como mínimo confusa. Explica el autor que corresponde a la historia real de una mujer, Eva Panic Nahir -en la novela Vera-, croata, que permaneció casi durante tres años en un campo de reeducación en Yugoslavia, bajo el gobierno del mariscal Tito. Eva había sido acusada de estalinismo y cuando fue liberada emigró a Israel.

Al parecer, la historia de amor de Eva Panic y su esposo Rade era muy conocida en la antigua Yugoslavia. Eva fue una judía croata, Rade servio y se amaron intensamente. Fruto de este amor fue la pequeña Tiana -en la novela Nina. Comunistas ambos, fueron acusados de estalinismo en un momento en el que las relaciones entre Tito y Stalin no eran buenas y Rade se suicidó. A Eva le ofrecieron liberarla si declaraba que Rade había sido enemigo del pueblo yugoslavo. Eva se negó a ensuciar el recuerdo de su esposo y ello le valió ser separada de su pequeña hija e internada en la isla-prisión de Goli Otok. Gran parte del argumento de la novela obedece al rencor de Nina por haber sido abandonada por su madre.

Que la novela se corresponde con hechos reales sólo lo sabemos al final, en los agradecimientos de la novela. Se trata de una costumbre anglosajona, incorporar a un libro el agradecimiento del autor a todos los que lo han hecho posible, de forma que éste parece más una obra colectiva que propia de su autor. ¿Alguien se imagina a Miguel de Cervantes añadiendo al Quijote unos agradecimientos? Podría ser algo así como "agradezco a Amadís de Gaula por haberme dado la idea y al alcaide de la prisión por facilitarme papel y tinta, etc...". Ridículo.

David Grossman utiliza una técnica que ahora emplean muchos autores, se trata de viajar a aquellos lugares que piensan incorporar a la novela para describirlos. Lo que puede tener sentido en la realidad -viajar por el mundo- difícilmente lo tiene en una novela que debería desarrollarse en un espacio concreto. Si Tiana -Nina en la novela- ha residido en una isla cerca del Círculo Polar Ártico, el autor se desplaza allí para informarnos de cómo cruje la nieve o a qué se dedican sus habitantes. Si Eva -Vera en la novela- estuvo internada en la isla-prisión de Goli Otok, el autor viaja allí para dar testimonio de que todavía se conservan las ruinas de unas construcciones militares. Esto lo sabemos por los agradecimientos de la novela.

También en los agradecimientos leemos que "ambas -Eva y Tiana- demostraron una gran generosidad al darme absoluta libertad para contar la historia inventándomela e imaginándola como jamás sucedió". ¿Tiene sentido esta frase? ¿No nos habían vendido el libro como una novela y no como historia? Y si es una novela ¿a quién tiene que agradecer el autor más que a su inventiva y a los personajes por él creados? Lo más probable es que lo que se planteó en un principio como una biografía de dos mujeres terminara como una novela por razones que sólo el autor conoce.

Podríamos señalar otras cuestiones que plantean los agradecimientos -indudablemente lo más interesante de esta obra-. Por ejemplo afirma que Eva fue símbolo de los gulag de Tito, que anteriormente habían sido silenciados y negados. Un poco antiguo el asunto, pero está bien.

Imagen de Pipa

 Novela de identidades personales. Con gran destreza narrativa describe el autor la singular personalidad de todos y cada uno de los protagonistas, sumidas en vidas peculiares, con trayectorias muy singulares.

Cuando Vera y su hija Nina, en 1962, llegan a Israel, procedente de Yugoslavia, conoció enseguida al que luego sería su marido, Tuvya Bruk. Ambos eran viudos. Cada uno con un hijo. Rafi de él y Nina de ella. Los chicos iban al mismo Instituto. Se conocen. Y Rafi se enamora de Nina. Mientras que Nina, en principio, pasa de él. Nina tiene una personalidad singular, especial, fuerte, era independiente, y estaba dolorida por algo. Rafael despierta a la vida, tras conocer a Nina, después del amodorramiento y parón que le supuso primero la enfermedad y luego la muerte temprana de su madre. Guili será el fruto de su enamoramiento.

Y a Guili, igual que a su padre, le gusta hacer películas. Esta pasión les une. Porque Guili creció sin su madre, que huyó de la escena nada más tener a la niña. Nadie tenía apenas noticias de por dónde andaba. Por eso Rafi y su hija vivía, con su padre, su abuelo, y Vera, su abuela.

Tuvya Bruk era agrónomo, encargado de revisar los terrenos desde Haifa a Nazaret y desempeñaba algunos cargos dentro del kibutz. Es un hombre de acción, y de pocas palabras. Había estado muy enamorado de su mujer y la cuidó lo mejor que supo durante la enfermedad. Al quedar viudo, en el kibutz le empezaron a hablar de Vera. Al principio dudó. Pero luego empezó a tratarla para conocerse y cortejarse. Y Vera, con su grandísima personalidad, trata de acortar distancia con Rafi.

La novela fue publicada por primera vez en 2020 y enseguida se convirtió en un referente por su realismo y sensibilidad al relatar, con las debidas licencias que permite la ficción, la historia basada en la vida de Eva Panic Nahir, una mujer que tuvo que sufrir el sinsentido del encarcelamiento en la isla de  Goli Otok, en la Yugoslavia del dictador Tito en la época de postguerra. A Vera, al cumplir noventa años le proponen hacer un viaje familiar a sus tierras de origen. Allí rememor sus tiempos jóvenes. Allí reaparecen los recuerdos más dulces y los más horrorosos. De hecho el escritor diferencia la narración “normal”, de la del campo de reeducación. Recuerdos muy duros.

 

Vera es una mujer, de cuarenta y cinco años, menuda, fuerte, decidida y todavía con la belleza y la elegancia natural que siempre le han acompañado. Corre el año 1962, y llega a Israel acompañada por su hija Nina de diecisiete años, una joven hermosa pero distante y agresiva. Al poco tiempo Rafael, tímido de quince años se enamora perdidamente de Nina sin saber que pronto tendrán que compartir sus vidas en cuanto su padre y Vera decidan contraer matrimonio. El mismo día de la boda, para vengarse, Nina seduce a Rafael y al día siguiente emprende su huida, lejos de kibutz. A partir de entonces Rafael que no deja de amarla, tendrá con ella una relación intermitente de búsqueda, encuentro y pérdida de la que nacerá Guili; mientras que Vera consigue formar una familia estable y duradera, verdadera madre para Rafael y la mejor abuela para Guili; pero con la herida constantemente abierta de Nina. Ahora que Vera acaba de cumplir noventa años. Nina, en las primeras etapas de su enfermedad de alzhéimer, tiene la necesidad de saber sobre un pasado que no ha dejado de atormentarla durante toda su vida haciendo de ella la mujer que es, miserable y despegada, incapaz de amar y de relacionarse con su hija Guili.

David G. escribe una magnífica novela. Consigue meterse en  la piel y el pensamiento de la narradora intentando desgranar anhelos más íntimos del corazón humano en la actuación de cada uno de los personajes.

El ir y venir de los diversos escenarios temporales logran mantener el sentido del presente en función de lo acaecido en el pasado en una constante búsqueda interior avalada por el amor firme, fiel y desinteresado. La novela es la historia de cada una de las tres mujeres en su ser más íntimo y esencial, en su relación materno-filial de necesidad y de apego, y siempre anhelante de un amor vital e inocente.

Aporta conocimientos sobre la sociedad judía y sobre Yugoslavia antes de la independencia de los estados, los prejuicios racistas (sobre los serbios), sobre la psicología de los personajes, sus puntos fuertes y los débiles. Es interesante. Está bien escrita. Y tiene mérito la traducción, también del habla incorrecta de la propia Vera, que nunca llegó a perder su acento extranjero en tierras de Israel.