Industrias y andanzas de Alfanhuí

Alfanhuí tiene los ojos amarillos como el alcavarán. Era, de chico, amigo de los lagartos, pero también del gallo de una veleta que le enseñó muchas cosas sobre los colores. Después estudió con un taxidermista que tenía una criada que un día se puso verde y se murió. Alfanhuí conoció a unos ladrones de trigo, y a un gigante, y, en Madrid, a un hombre que trabajaba en una fábrica de chocolate y bailaba sobre las mesas... Alfanhuí es el espectador itinerante de hombres extraños pero reales. Él vive las aventuras sin inmutarse, adaptándolas a una cotidianeidad fantástica en la que lo estridente no existe.
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2002 Destino
206
978-84-233-4188
2015 Debolsillo
168
978-84-9062-720
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.428572
Average: 3.4 (7 votes)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

7 valoraciones

Género: 

Comentarios

Imagen de acabrero

Desde su publicación, esta novela se ha convertido en un clásico de las letras españolas. Siguiendo el eco lingüístico y la tradición del Lazarillo, se narran las "industrias y andanzas" de un niño al que su maestro pone el nombre de Alfanhuí, sonido "con que los alcaravanes se gritan los unos a los otros". La historia, "llena de mentiras verdaderas", supone una rotunda apuesta por la fantasía y la locura en medio de la aparentemente estricta realidad castellana. Por estas páginas pululan gallos de veleta que enseñan a distinguir colores, criadas hechas de relleno, maravillas de gigantes y bailarines, cegueras rojas, arados que se hunden eternamente en el mar... Alfanhuí tiene un ansia infinita de aprender, acoge cada nuevo oficio con alegría y aplica su ingenio a desarrollar todos sus artes fijándose mucho, sin aguantar demasiado tiempo en un lugar, convirtiéndose en viajero para conocer el mundo y contar y escuchar historias. Todo Alfanhuí se convierte así en un homenaje a los colores y a los misteriosos secretos guardados en cosas, animales y personas, que llegan a conformar un mundo personal y encantado que no deja de asentar sin embargo sus pies en la realidad. En un alarde de imaginación y con una prosa impecable y fascinante que brilla en especial en las descripciones, Rafael Sánchez Ferlosio dibuja el itinerario de la verdadera sabiduría: la que va creciendo a base de alimentarse de las locuras e invenciones e "industrias" ajenas, con sólo ser espectador confiado e inteligente de los extraños sucesos que se desenvuelven –inadvertidamente quizá- cada día a nuestro lado.